El reto de abrir los museos a todos
Un estudio de la USC concluye que queda mucho por hacer en accesibilidad sensorial y cognitiva
La visión de que los museos son «lugares de erudición donde cada una de las piezas forman parte de un tesoro intocable y son expuestas en un ambiente casi sacralizado» es cosa del pasado. Este cambio de percepción obliga a repensar la forma en que la instalación y sus contenidos se relacionan con el visitante. Así lo pone de relieve una investigación coordinada desde la USC y editada por Andavira presentada ayer, que analiza la accesibilidad de los recintos museísticos gallegos. «Se pone en evidencia una imperiosa necesidad de abordar el desarrollo de propuestas de mejora», señala uno de los capítulos. El estudio de nueve casos representativos desvela que existe una «asimetría normativa» , pues «mientras que la accesibilidad física está totalmente regulada, los aspectos referidos a la accesibilidad sensorial, la cognitiva y los aspectos relativos a la comunicación de contenidos (señalización, señalética, planos, materiales en relieve, reproducciones, folletos, dispositivos electrónicos, audio y vídeo) no lo están».
Con los parámetros evaluados se constata que el grado de cumplimiento es elevado en cuestiones como la accesibilidad del entorno del museo, la entrada, los recorridos o los servicios. Sin embargo, se aprecian deficiencias en los puntos de información, el mobiliario, el ruido ambiental o en la formación del personal. Si la accesibilidad física se satisface en un entorno del 75%, la accesibilidad en comunicación y ayudas técnicas solo llega a un tercio.
Dirigido por los profesores del Grupo Iacobus de la Facultad de Geografía e Historia Rosa Cacheda y Moisés Lamigueiro, la obra «La accesibilidad de los museos: visiones y perspectivas. Una propuesta de intervención en Galicia» pretende servir de manual para los encargados de los museos y los responsables políticos pues, como se apunta en uno de los apartados corales de la publicación, «el museo tiene como fin social y moral la obligación de llegar a todo el mundo y ser, por consiguiente, accesible».
Algunas infraestructuras han adoptado buenas prácticas al respecto y así se subrayan, además de la Casa Museo Rosalía de Castro en Padrón , los casos del Museo Interactivo de la Historia de Lugo (MILH) y el Centro de Interpretación y Atención a Visitantes de la Torre de Hércules de la capital coruñesa.
«Las personas con discapacidad participan menos en actividades de ocio, culturales o deportivas por problemas de acceso y deficientes planteamientos de contenidos —reflexionó Coro Piñeiro, directora xeral de Maiores e Persoas con discapacidade de la Xunta —. Acceder es algo más que poder llegar a una instalación ».
Porque como apunta en el prólogo Juan Monterroso, decano de Geografía y coordinador del Iacobus, « el museo debe ponerse al alcance de todos . Solo de ese modo conseguiremos que sus salas no luzcan espléndidamente vacías, cubiertas de objetos en sus paredes y pasillos, pero desnudas de humanidad».
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