José Luis Jiménez - Análisis
Reivindicar (tarde) a Orozco
A ojos de la ciudadanía, si Orozco se iba es porque algo sucio habría
EL sexto archivo de una causa contra el exalcalde socialista de Lugo José López Orozco parece haberse convertido en una suerte de tardía epifanía para sus compañeros de partido. Este viernes ya varias voces —la alcaldesa Lara Méndez o el vicepresidente de la Diputación provincial, por ejemplo— se dejaron escuchar reivindicando su figura y poniendo el foco sobre la responsable de su calvario judicial, la instructora Pilar de Lara, el terror de la clase política entre 2011 y 2014: aparecer en un sumario suyo, aunque fuera injustamente, perjudicaba seriamente la salud.
Orozco no necesita que hoy su partido, al albur de pronunciamientos favorables de los tribunales, ensalce su honradez durante su etapa como alcalde. Eso le habría hecho falta en 2015, cuando el PSOE aceptó el chantaje de la izquierda populista y el nacionalismo de entregar su cabeza en una bandeja a cambio de mantener la alcaldía. La realpolitik lucense se impuso con una crudeza salvaje, el pragmatismo besteirista se llevó por delante a uno de los referentes del partido.
Los chantajistas esgrimían como razones las ocho imputaciones del alcalde por causas de presunta corrupción, que hacían insostenible su continuidad como regidor, según su criterio. Ya que no lo pudieron derrotar en las urnas, se lo llevaron por delante en los despachos, maniobrando. La paradoja es que el PSOE que hoy loa a Orozco aceptó que lo llevaran al cadalso dándole palmaditas en la espalda como agradecimiento por los servicios prestados. Ni que decir tiene que Lugonovo y BNG deberían entonar algo parecido a una disculpa por forzar la expulsión de Orozco en base a imputaciones que han ido desapareciendo como la espuma del mar.
¿La alternativa habría sido mantener a Orozco y perder la alcaldía de una capital como Lugo? El pragmatismo da una difícil respuesta a la pregunta. La lectura que pudo hacer la ciudadanía de a pie, esa que votó a Orozco en las elecciones, fue que si el PSOE lo apartaba, es porque algo sucio debía haber, dado que a los inocentes se los defiende. Qué ingenuos.
Pero todavía más terrible fue el mensaje que se envió a la oposición —a derecha e izquierda—: el PSOE sacrificaba cualquier cosa (o persona) para conservar el poder. Era una manera de dar la razón a la cruel estrategia política de imputar para destronar , usar los juzgados como alfiles del tablero de ajedrez con los que dar jaque mate, bien por denuncia propia o ajena.
Sobre el aprovechamiento de las causas de De Lara se podría hablar largo y tendido. Hubo partidos y altavoces mediáticos que quisieron dibujar sobre La Coruña una trama corrupta durante el gobierno de Carlos Negreira, con Julio Flores como muñidor de los trapos sucios. Se quiso comparar a María Pita con lo que pasaba en el Pazo de Raxoi. La «Pokemon» era la Gürtel gallega y había que desalojar a sus beneficiarios . Al igual que a Orozco, a Julio Flores se le van cayendo las imputaciones, pero su buen nombre y su trayectoria política estarán manchados por el fango para siempre.
El PSOE tiene una deuda impagada con López Orozco. Su sucesora en el cargo aprovecha las ocasiones en que es preguntada para irla abonando a plazos, y eso le honra. Pero si la decisión de su decapitación provino de la secretaría general del partido, su rehabilitación debe tener el mismo origen, aunque ahora el inquilino no sea José Ramón Gómez Besteiro sino Gonzalo Caballero.
No es menos cierto que Caballero mantiene una particular relación con los exalcaldes socialistas de las ciudades, salvo que pueda obtener provecho político de los mismos , como esa suerte de resurrección que se le quiere dar a Sánchez Bugallo en Compostela de cara a las próximas municipales. Nadie recuerda en el PSdeG a Francisco Vázquez, el primer gran transformador de La Coruña. Ni al orensano Francisco Rodríguez, víctima del trato denigrante e inhumano por parte de una instructora fuera de control. Y qué decir de Carlos Príncipe, compañero de Gonzalo durante años en la trinchera crítica a la gestión de Abel Caballero y hoy expulsado del PSOE con la aquiescencia del sobrinísimo , que no ha movido un dedo para intentar su rehabilitación.
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