Rehenes del nacionalismo

Participar en política es una de las actividades más nobles que puede asumir un ciudadano, y por eso los dirigentes de Podemos deberían tener más respeto por sus militantes en Galicia. Uno puede estar más o menos a favor de la ideología que representan aquellos que se han afiliado al partido de Pablo Iglesias, pero no cabe más que sentir lástima al comprobar que son solo un pretexto para los cabecillas, que los utilizan para entonar el «yo represento al pueblo» pero que luego hacen y deshacen a su antojo, sin contar para nada con ellos. Quién es el secretario general, con quién van a las elecciones e incluso la entrega de sus siglas a En Marea sin pedir nada cambio son decisiones que dependen sólo de la cúpula, y esperan que el militante de a pie aplauda. De ahí el rebote que tienen muchos estos días.

Digo que me dan pena porque en vez de emplear su tiempo en leer novelas de caballerías, trolear el internet, darse baños de mar o afinar habilidades con el Pokémon Go decidieron apuntarse a un partido que ahora los ha ninguneado y entregado como rehenes del nacionalismo, como si no pudiesen apuntarse ellos solitos a Anova en el caso de haber sido seducidos por el canto de sirena del nacionalismo.

La solución de la disolución de las siglas en la Marea puede satisfacer a los que se han subido al carro con la ilusión de chupar de un carguito, pero no para los que soñaban con un nuevo modo de hacer política. Los quieren condenar a hacer de comparsa de los escindidos del Bloque, !vaya panorama!, si no querían caldo, ahí tienen... tres tazas.

Lo bueno —pensarán algunos— es que si llegan a gobernar y resultan ser un desastre podrán lavarse las manos y decir que no la cosa no iba con ellos, que todo fue culpa de Anova, FPG, EU y demás participantes, pero que no se engañe nadie, para entonces estarán tan cansados de las Mareas que se les habrán quitado ya las ganas de participar en política.