Galicia
El Rambo gallego vuelve a prisión, su otro hogar
Al límite de sus fuerzas después de sobrevivir en la más absoluta soledad aurente diez meses, el horizote vital de Chacón sigue sin aclararse. ¿Acabará de cumplir condena en un penal gallego?
De madrugada, en una aldea de Valdoviño, demacrado y muerto de frío. El final del ‘Rambo gallego’ fue el único posible teniendo en cuenta la fuga desesperada que Alfredo Sánchez Chacón inició el pasado marzo, con un pie en los 63 años y un notable desgaste físico que le pasó factura durante todos estos meses de huida. Tras su detención los agentes comprobaron la pérdida de peso de este hombre, formado en el Batallón de Operaciones Especiales de la Legión , y también las dificultades que presentaba para caminar. Aferrado a un bastón y con una mochila como única compañera de viaje, quienes en su día lo persiguieron afirman que «cometió un error porque estaba desesperado» . «Por eso entró en una casa en la que, aunque no había luz, sabía que podía haber gente porque había coches, pero no tenía tanto que perder, porque su motivación no es la misma que hace veinte años», explica este agente.
La pericia a la hora de conseguir alimento o fabricarse un refugio en el medio del monte y la fortaleza mental para escapar en solitario , sin ningún tipo de contacto humano, jugaron a favor del preso. Pero el cansancio por tantos meses escondido, la presión a la que se sabía sometido y, sobre todo, las bajas temperaturas que Galicia lleva semanas encadenando pusieron la puntilla a su larga agonía. « Con este frío y la humedad es imposible pasar las noches al raso , así que iba buscando cobijo en casas abandonadas o alpendres para dormir», aseguran las fuentes consultadas, que indican que cuando soltó la mochila para evitar ser detenido «ya sabía que sin ella no podría subsistir».Un cuchillo, una cuerda y un saco de dormir destrozado, además de algunos útiles de aseo, fueron durante meses los utensilios que le permitían a Chacón ir saltando de días. Pero los robos de comida lo delataron y su particular modus operandi, más centrado en los chorizos que en la joyas, permitió a los agentes de la Guardia Civil marcar sus movimientos en un mapa que a la postre dibujó su larga fuga. « Se trata de una persona itinerante que, aunque puede contar con un campamento base, se va moviendo con la tienda de campaña y la mochila, no se queda fijo en un punto, no permite que los animales huelan la comida que consume, sabe bien cómo moverse en el monte», afirman quienes han seguido sus pasos. Seguros de que en su hábitat natural Chacón sería difícil de atrapar, esperar el traspié del fugitivo fue la estrategia acertada para resolver en caso de una forma pacífica. «Se acabó entregando porque, al final, volver a la cárcel es un poco regresar a casa para él» , reconocen.
Ahora, escrito el punto y final de una fuga de película que será recordada durante mucho tiempo en la comarca del Eume, la rutina penitenciaria volverá a marcar la vida del sexagenario , que en 2025 acabaría de cumplir condena por el asesinato a sangre fría de un joven en Cuntis en 1996. Por el momento, todo apunta a que regresará al penal de Monterroso, del que se escabulló aprovechando un permiso. Pero la lógica interna también dicta que cuando un preso se fuga de una prisión no vuelve a ser ingresado en ella , al menos de forma definitiva. La duda está en saber si los años que le restan de condena -y que se verán agravados por la propia huida y por los robos y los hurtos cometidos en la comarca- los acabará de cumplir en una cárcel gallega o fuera de la Comunidad. Hasta la fecha, no hay decisiones adoptadas al respecto y en la retina permanece la fotografía de ese hombre sentado entre la maleza, herido en manos y cara, y de mirada profunda. Un exmilitar anclado en el pasado al que «le cuesta entender el mundo de ahora» .