Juan Soto - El garabato del torreón
¿Quién indemniza a Orozco?
Es posible que triturar al contrincante se haya convertido en la única estrategia capaz de asegurar el éxito en política
Es posible que triturar al contrincante se haya convertido en la única estrategia capaz de asegurar el éxito en política. Quizá la falta de propuestas creíbles haya dado paso a una guerra sucia en la que está permitido entrar a saco en reputaciones personales y abrir fuego a discreción contra la honorabilidad de cualquiera. En estos momentos, la política, ya lo sabemos, es una actividad impropia de personas decentes, y en ella sólo están dispuestas a enlodarse quienes traguen con cualquier obscenidad con tal de sacar el estómago de mal año o la cuenta de números rojos. Pero aunque así sea, habrá que reconocer que sustituir el razonamiento por la máquina de picar carne no es como para sentirse optimistas respecto al futuro que nos espera . A un alcalde lucense, José López Orozco, le acaban de devolver la reputación de persona honorable mediante el archivo de varias causas instruidas por un juzgado recientemente sometido a una inspección por parte del Consejo General del poder Judicial, dicho sea de paso,
Durante años, Orozco fue tildado —siempre anteponiendo la cínica y precavida marca de «presunto»— de prevaricador, tramposo y sobre-cogedor. Ahora, con archivos y sobreseimientos en la mano, quizá haya llegado el momento de hacernos algunas preguntas: ¿Quién le resarcirá de los daños personales, familiares y políticos que le han sido inferidos por unos y por otros, por compañeros y adversarios, desde los periódicos y desde los bufetes, por vociferantes de taberna y por circunspectos moralistas, desde las sentinas de los partidos a los despachos de algunos togados? ¿Quién pedirá perdón? ¿Quién restaura el honor perdido? ¿Quién indemniza por las penas de telediarios y de portadas a cinco columnas? ¿Quién va a reponer a Orozco en la alcaldía y va a librar a la ciudad de Lugo de estar gobernada por alguien que desempeña un cargo confiscado? Con que alguien nos respondiese a una sola de esas preguntas nos daríamos por contentos. Y tal vez Orozco también.
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