Galicia
El precio de ser policía en tu tierra
Miles de agentes de la Policía Nacional compiten por conseguir destino en Galicia, la comunidad donde más difícil es lograr plaza fija, con una media de 15 años de espera
![Agentes de la Policía Nacional en el control de acceso instalado en la frontera de la Eurociudad Chaves-Verín](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2021/02/01/policias-kcHB--1248x698@abc.jpg)
Los agentes de la Policía Nacional que llevan años peleando por conseguir plaza en Galicia se cuentan por miles. En concreto, unos 3.000, detrás de los que se esconden otras tantas historias personales de separación, espera, incertidumbre y muchos kilómetros a la espalda. Atendiendo a las estadísticas, la gallega es la comunidad en la que más difícil es conseguir un destino definitivo , unos 15 años de media, pese al evidente déficit de efectivos. La paradoja no se entiende. Mientras miles de agentes viven pendientes de atesorar puntos que les abran el camino de regreso, las plantillas de las comisarías gallegas van adelgazando a pasos agigantados. Atendiendo a la última estadística del SUP (sindicato mayoritario en la Comunidad), e n Galicia faltan en torno a 500 policías nacionales según los catálogos de personal que fijan los efectivos de los que cada urbe debe disponer. Especialmente alarmantes son los casos de ciudades como La Coruña (-158 agentes), Vigo (-129 agentes), Orense (-38), Pontevedra (-44) o Santiago (-40), a las puertas de un Xacobeo dilatado que elevará el nivel de alerta y las necesidades de vigilancia y protección.
Con una merma global de agentes que ya supera el 16 por ciento, recabar testimonios de policías experimentados que ansían desarrollar su trabajo en su tierra no es complicado. «Llevo quince años fuera, destinado a Extranjería en Madrid, pero mi ciudad es una de las más caras de Galicia y siempre me quedo fuera por pocos puntos », explica un policía casado y con un hijo con problemas de salud, que viaja para ver a su familia en función de los turnos y siempre con la conciliación como lastre. Su realidad no le es ajena a sus compañeros, que en muchos casos han visto frenadas sus expectativas de formar una familia por los impedimentos de su trabajo.
«Llevo 13 años destinado en los radiopatrullas de Madrid. Mi novia vive en nuestra casa, en Coruña, a donde viajo cuando tengo días libres. No me he planteado tirar la toalla, pero empieza a hacerse muy pesado lo del coche y no poder crear la familia que nos gustaría», explica otro de los consultados, que reconoce que tiene todas sus esperanzas depositadas en el Concurso General de Méritos, donde la competencia es feroz. Otros, como Iván, saben que lo tienen más complicado. Él calcula que hasta dentro de dos años como mínimo no tendrá opciones, pese a que lleva fuera de Galicia diez años y ha pasado por tres destinos . En su caso su pareja lo acompañó hasta hace poco, pero con el reciente nacimiento de su hija el matrimonio decidió establecer su domicilio en Lugo, que es donde cuentan con el respaldo de los abuelos.
«En más de una ocasión nos hemos planteado abandonar e instalarnos en Madrid, pero un gallego siempre tiene morriña », aclara, por lo que su vida ahora se reduce a viajar cada vez que puede, «sabiendo que es lo mejor para mi hija» . Como Iván son muchos los policías que viven separados de sus pequeños, y que cada semana deben emprender viaje para reencontrarse con ellos. A la falta de estabilidad por no lograr un destino definitivo cerca de los suyos se suman los problemas económicos. Subsistir en ciudades como Madrid es caro, así que muchos comparten piso o alquilan habitaciones . Sacrificio y resignación son términos que abundan en los testimonios de quienes acumulan años de lucha para lograr una meta tan deseada como escurridiza, que llega a condicionar su día a día por completo.
Seis viajes al mes
«La vida lejos de nuestras familias es dura, porque cuando surge cualquier complicación siempre la tienes que afrontar solo», valora un policía que ha llegado a hacer seis viajes mensuales para cuidar de su mujer y de su hija de tres años. Él, como muchos otros, se queja de que nunca ha podido cambiar de destino porque aceptar una plaza en una ciudad más próxima a la suya implica perder baremo de cara a un concurso futuro. Es una de las críticas más comunes entre quienes compiten por Galicia porque, explica Roberto González, secretario general del SUP, «si quieres ir a Santiago, pero aceptas una plaza en Ferrol, te vas a perpetuar allí» . De ahí que ir aproximándose al objetivo final no sea una opción muy valorada y muchos apuesten por aguantar en su puesto para acumular más antigüedad.
«La incertidumbre es molesta, te inquieta, porque muchos en este cuerpo vivimos con la maleta en la mano y después de tantos años llegas a pensar como imposible ese destino, parece que es un momento que nunca llegará», resumen uno de los policías que quisieron colaborar en este reportaje. Sus testimonios se recabaron unas horas antes de que la Dirección General de la Policía diese a conocer el borrador de las últimas concesiones de destino, el pasado martes . Un listado que puede haber cambiado ya la vida de algunos de ellos, mientras otros muchos seguirán a la espera un año más.