Izquierda radical
AGE pierde una nueva diputada y la «unidad popular» se resquebraja
La «herramienta» de Beiras e Izquierda Unida se convierte en la cuarta fuerza del Parlamento gallego tras la salida escalonada de tres parlamentarios

La reunión de la junta de portavoces del Parlamento propició ayer la foto que autentificó una nueva grieta en Alternativa Galega de Esquerda. Llegado el momento de la comparecencia de la portavoz del grupo mixto, Consuelo Martínez , para dar cuenta de los asuntos tratados en el órgano rector de la Cámara, se hizo acompañar de la diputada electa, Mónica Fernández . Se trataba de oficializar un hecho consumado hace días.
Martínez informó de que su compañera de Cerna y relevo en la lista de Yolanda Díaz se integrará en el grupo mixto. La nueva parlamentaria asintió y certificó que «sabía que iba a estar con mi compañera Chelo Martínez». Para motivar su decisión aclaró que «no hubo ningún tipo de interlocución ni con AGE ni con Anova», aunque preguntada por si tampoco se produjo una conversación previa con Xosé Manuel Beiras , como portavoz del grupo, matizó que «a nivel oficial» no. Mónica Fernández insistió: «No hubo ningún tipo de interlocución ni con AGE ni con Anova».
La presentación del desacuerdo, que implica que AGE se convierta en el cuarto grupo parlamentario, también corrió a cargo del nuevo viceportavoz de la formación, Antón Sánchez. El parlamentario aprovechó para desmentir a las excompañeras «rebeldes» y afirmó: «Hubo interlocución y hubo un ofrecimiento» , incluso, a través de un escrito a la Mesa, para que Mónica Fernández, que concurrió con AGE, se integrase en este grupo parlamentario. Sánchez no quiso prodigarse en más explicaciones.
Las justificaciones de las diputadas del mixto se sucedieron a instancia de los periodistas. Mónica Fernández fue preguntada por si se planteó renunciar a su acta al estar en la lista de AGE, pero respondió que nunca había tenido esa idea en su cabeza. Por su parte, Chelo Martínez completó la frase de su compañera y aseguró que fue Izquierda Unida la que «rompió» el pacto de dejar correr un puesto en la lista para mantener el equilibrio de fuerzas entre las patas de la coalición en el seno del grupo cuando entró Carmen Iglesias. «Había un acuerdo, consideramos que quedó roto por IU, y por lo tanto, una vez que está roto, roto está», enfatizó Martínez, quien desvinculó las decisiones que se han tomado en el grupo de la persona de Yolanda Díaz, aludiendo a que es una cuestión del «colectivo».
«Confluencia necesaria»
Y a pesar de que la salida de la nueva diputada se convierte en un nuevo roto para AGE, al pasar de ser el tercer grupo de la Cámara y convertirse en el cuarto, tanto Cerna como el viceportavoz de AGE, Antón Sánchez, siguen instalados en el mantra de la «confluencia». La propia Martínez se reivindicó una «entusiasta» del proceso y mostró su deseo de que llegue a buen puerto. También Antón Sánchez aseguró que «el proceso está por encima de las siglas y de los partidos concretos». Lejos de verbalizar reproches, y al modo de la líder de Esquerda Unida, Yolanda Díaz, todo se concretó en palabras para reivindicar la «irmandade» y la camaradería del «movimiento obrero».
Sin embargo, alejados de los micrófonos los responsables de la coalición rupturista son «ácidos» en sus críticas tanto con Carmen Iglesias, la primera rebelde, como con las nuevas integrantes del mixto. Llegan a recordar la «trayectoria de liberada sindical de Martínez» o la «ambición económica y política» del histórico nacionalista y muñidor de Cerna, Mario López Rico.
El golpe ya está «metabolizado» , explicó Antón Sánchez a ABC. La razón no es otra que la creencia de que «el proceso es la gente».
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