Galicia
La pesadilla de Nerea
El suicidio de una joven de 17 años en La Coruña dejó al descubierto años de hostigamiento en el aula y también a través de las redes sociales: «Que sí, que eres muy fea»
El mismo día que se quitó la vida, Nerea acudió a las redes sociales . Se habían convertido en una suerte de refugio para ella, donde bailaba, reía y mostraba sus emociones. Pero también su dolor. Tan solo unos meses antes de su última tentativa de suicidio , esta joven gallega de 17 años enseñó en uno de sus perfiles las cicatrices de los cortes que se había hecho en el antebrazo. Era la muestra, según ella misma tituló, de que las pasaba «muy putas» . En el origen de sus problemas, que la llevaron a caer en una profunda depresión, estaba el acoso escolar que sufrió desde muy niña. Algunos de los compañeros con los que compartió los primeros años de clase recuerdan cómo, casi por costumbre, se excluía a la pequeña. «Nerea siempre estaba aislada, los niños se metían con ella y se burlaban» explica uno de los alumnos que cursó dos años con la joven en el colegio público de Bertamiráns —muy cerca de la capital gallega— hasta que suspendió segundo de Primaria y se convirtió en una prematura repetidora, doblemente marcada.
«Al final ella misma se acababa apartando. Cuando nos enteramos de lo que pasó, creo que el viernes, toda la clase lo comentó y yo me acordé de una profesora que se llama Rosa y siempre la protegía de los niños. La ponía a su lado y nos pedía que no nos metiésemos con ella , que la dejásemos tranquila» relata este excompañero. Su testimonio evoca una pesadilla por la que miles de escolares pasan a diario: el 85 por ciento de los episodios de acoso tienen lugar en la escuela y casi un 44 por ciento de los menores reconoce haber sido objeto de algún tipo de abuso por parte de otros estudiantes a lo largo de su vida académica.
Como la mayoría de niños que se acaban convirtiendo en diana de la crueldad de otros niños, Nerea también se cambió de centro. Pero en el colegio de Os Dices de Rois, a donde se fue a vivir con su madre, las cosas fueron de mal en peor. A las burlas de los compañeros, que los padres reconocen conocer, se sumó la humillación a través de las redes sociales . Ese arma de doble filo donde los acosadores se despachan a gusto con sus víctimas. «Lo único que supimos de ella desde que dejó el colegio fue que colgaba vídeos en Youtube con bailes, a mí me enseñaron alguno, y que la gente se burlaba y se metía con ella» explican excompañeros de la joven, que «acabó por no hablar con casi nadie».
Estas confesiones confirman que las presiones que Nerea sufría dentro y fuera del aula no eran un secreto, aunque en los dos centros donde estuvo escolarizada afirman no tener conocimiento de ellas porque nunca fueron denunciadas y aseguran que, de haber sido así, habrían abierto un expediente para frenarlo . Su familia, sin embargo, mantiene que conocían la situación. «Queremos aclarar que éramos conscientes del abuso al que estuvo sometida Nerea en el colegio y en Internet y por eso estaba siendo tratada» explicó la madre de la joven pocos días después de que la noticia de su suicidio trascendiese, aludiendo a la grave depresión que padecía . Además de pedir «que nos dejen pasar nuestro dolor y nuestra pena en la más estricta intimidad», los padres de la chica ya han advertido que la muerte de su hija tendrá consecuencias. «Cuando lo veamos viable y tengamos fuerzas todo se pondrá en manos de la Justicia» afirman.
La familia de Nerea también quiso desmarcarse del manifiesto que una treintena de asociaciones lanzaron nada más conocer las circunstancias de esta muerte. «El odio ha vuelto a matar. Nerea se quitó la vida porque no podía soportar tanto odio. No es solo un suicidio, es un asesinato social », lamentaron en un escrito conjunto las asociaciones LGTBIAQ+ ( lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, transexuales, travestis, intersexuales y queers) de toda Galicia. En este texto se habla de que las presiones fueron a más cuando Nerea reveló su condición sexual «[Bisexual hasta la muerte», «Estoy harta de que me pongan por puta» , estalló este verano], y se condena a quienes se creyeron capaces de juzgarla. «Todas y cada una de las personas que la odiaban por ser bisexual, y que lo demostraron, son sus asesinos. Todos aquellos que quizás no la odiaron, pero tampoco la apoyaron, quienes miraron para otro lado cuando fue agredida, por miedo o indiferencia, son cómplices de asesinato», censuran.
Pésame en las redes
Los padres de la joven temen que la muerte de su hija se convierta en un «espectáculo», e insisten en que «habrá tiempo para aclarar los acontecimientos». Entre tanto, los últimos vídeos que Nerea lanzó en redes se llenan de mensajes de pésame y de acusaciones de «asesinos» a los perfiles a través de los que se hostigaba a la joven . Estos lamentos contrastan con viejos comentarios que dan idea de la constante vejación que Nerea sufría y que aludían a su peso, su imagen o su comportamiento. El «Que sí hostia, que eres muy fea» o el «¿Estás embarazada?» ante un vídeo en el que bailaba mostrando el abdomen forman parte de esta lluvia fina de insultos que la calaron durante años. Nerea llegó a responder hace unos meses a «la mayoría que me decís gorda y de todo», pero las presiones no cesaron. Ahora, y con este trágico punto y final a su pesadilla, se abrirá una investigación para determinar qué papel jugó este acoso en su muerte . En su despedida, la pasada semana, no estaban sus compañeros.