Luis Ojea - CUADERNO DE VIAJE

Perdonen que disienta

Quién gestiona la relación con Audasa no debería ser trascendente a no ser que hayamos comprado el discurso victimista del nacionalismo

No nos engañemos. No creo que haya muchos ciudadanos a los que les quite el sueño quién ostenta la titularidad de la AP9. Sin embargo, parece haberse convertido en un tema capital para las fuerzas políticas gallegas, hasta el punto de que han conseguido cerrar una posición unánime en la materia que tan deseable sería para otros asuntos quizá más estratégicos.

Porque la ley enviada esta semana al Congreso no supone la supresión o reducción de los peajes, sino de quién gestiona la relación con Audasa, lo cual no debería ser trascendente a no ser que hayamos comprado el discurso victimista del nacionalismo según el que la Administración General del Estado discrimina a Galicia y solo lo que se decide en Santiago es bueno para los gallegos.

Una óptica bastante pueril que se visualizó también a raíz de las quejas del BNG por quedarse sin billete de avión a Madrid para defender el traspaso. Por mucho que Pontón dulcifique el tono, el relato es el de siempre. Siguen creyéndose los únicos capacitados para luchar por Galicia en el Congreso contra los pérfidos diputados del resto de España. Ridículo.

Y no menos sonrojo causó ver cómo unos parlamentarios llegaron a plantearse una reforma del reglamento de la cámara para facilitar que el BNG no quedase excluido de la excursión, cuando en realidad lo que habría que modificar para ello sería la Carta Magna. Sé que la Constitución no es un best seller de moda, pero quizá sus señorías deberían plantearse leerla al menos una vez en la vida para evitar bochornos de este tipo.

Un episodio que además deja mal a unos y a otros. A los mareantes y socialistas por no ser capaces de ceder un puesto a los promotores de la iniciativa, verlos pactar un gobierno iba a ser un espectáculo, y a los nacionalistas que siguen sin entender que si tienen seis escaños, y de milagro, es porque una parte mayoritaria de la sociedad rechaza su discurso.

El consenso, en cualquier caso, será siempre bienvenido. Ojalá se repita en muchas ocasiones a lo largo de la legislatura. Quizás incluso para cuestiones que, más allá de las obsesiones de los soberanistas, permitan mejorar efectivamente la calidad de vida de los ciudadanos.

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