Luis Ojea - Cuaderno de viaje

Peligrosos compañeros de viaje

Hoy en día, Podemos y todo lo que representa resta más de lo que aporta a los mareantes

Winston Churchill le dijo en una ocasión a un joven parlamentario que recordara siempre que sus peores enemigos no estaban en la bancada de enfrente, sino en la fila de atrás. Y no pocas veces se comprueba en la vida política gallega lo acertado de la aseveración. Ha pasado en todos los partidos.

El BNG sufrió el hedor de las conspiraciones internas antes de que la U aplicase el bisturí de las purgas. Se constata ahora a diario en un PSOE en llamas por sus guerras cainitas. Y desde hace algún tiempo está empezando también a comprobarlo en carne propia Villares. Y no ya por las traiciones de personajes de segunda como los Sánchez y los Martínez cuyo ego hipertrofiado les hace desvariar y creerse llamados a ser actores protagonistas del populismo pese a que es evidente que no dan para más que para papeles de reparto.

Aún peor que el fuego amigo a nivel orgánico son los incendios disparatados que, sin mucho éxito, trata de ir sofocando el portavoz parlamentario de En Marea cada vez que a uno de sus socios podemitas se le ocurre exhibir su indigencia intelectual con alguna de sus absurdas memeces. Los de aquí, las incalificables demostraciones de sectarismo de Carmen Santos y los numeritos que monta, o los de cualquiera de las franquicias que tiene la marca en el resto de España. Todas van directas al debe de un Villares que, preso por el nudo de la confluencia, es incapaz de desmarcarse de las bobadas diarias de esa fábrica de simplezas.

Sea por las misas televisadas que tanto irritan a Pablo Iglesias, sea porque a un senador de Compromís se le ocurra preguntarle al Gobierno por los protocolos previstos «ante la posibilidad de un apocalipsis zombi» (sic). Por cierto, el mismo que cuestiona las inversiones en el AVE gallego. Una lumbrera con el que compartieron plataforma electoral en las generales los populistas gallegos.

Hoy Podemos, y todo lo que representa, resta más de lo que aporta a los mareantes. O cortan de raíz y se desmarcan de sus idioteces con premura o seguirán hundiéndose mientras repiten aquella certera sentencia acuñada por Pío Cabanillas: «Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros».

Noticias relacionadas

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación