Juan Soto - El garabato del torreón
Un partido de veraneantes
En Podemos deberían saber que una cosa es la pesca de un día y otra las capturas de toda la costera
Podemos es un partido de señoritos veraneantes. De esos señoritos madrileños que cada agosto llegan a Galicia con el propósito de engullir algunas raciones de percebes, visitar la playa de As Catedrais y tomar posesión de lo que creen que les pertenece en virtud de dominio histórico o herencia de sus mayores. Siempre en bermudas, desembarcan con aires y pretensión de ocupar tierra conquistada, y a ver quién es el guapo que les tose. Nada más ventilar la fonda y poner un pie en la playa, comienzan a evaluar a los indígenas con la misma gestualidad despectiva que suelen ostentar para dirigirse al personal subalterno de hostelería y servicios. Es lógico: ellos, al fin y al cabo, viven todo el año en la gran ciudad, en la capital donde hierve el puchero de la política del Estado y se adoptan las decisiones que condicionarán nuestras vidas de catetos provincianos. Hay quien llama a eso «estar en la pomada».
Municionados con tales convicciones, los señoritos de Podemos se dispusieron a montar en Galicia su particular sucursal para el noroeste de España. Lo hicieron porque los resultados obtenidos en las municipales por las candidaturas de aluvión les produjeron cierta impresión engañosa acerca de las perspectivas de negocio y el grosor de la cartera de clientes. Pero, como dirían los de En Marea si supiesen lo que es faenar en el Gran Sol, una cosa es la pesca de un día y otra las capturas de toda la costera. En Galicia no cuela fácilmente la baza del sucursalismo, aunque se la disfrace con el señuelo del populismo y se exhiba en mangas de camisa. Parece mentira que Iglesias y Echenique , unos muchachos de tanto caletre y tanta cuenta corriente, se hubiesen dejado engañar. Y eso que para la encomienda estuvieron asesorados por la diputada lactante, que es gallega de Compostela, si bien recastada. O sea que aquello de tomar los cielos por asalto va a haber que aplazarlo, al menos si se trata del cielo que cubre la comunidad autónoma formada por las provincias de La Coruña, Lugo, Orense y Pontevedra. Una lástima, en fin. En esta ocasión, el gato no pasó por liebre. Otra vez será.