GUIONISTAS DE SERIES GALLEGOS

Los padres gallegos de la «seriefilia»

La vida de los personajes de ficciones como Matalobos, Serramoura, Padre Casares o Libro de Familia está en sus manos. Ellos manejan los hilos de las historias que cada semana enganchan a miles de telespectadores de toda Galicia.

Carlos Ares, ahora en Era visto INÉS BAUCELLS

PATRICIA ABET

Antes de que una serie cobre vida, sus creadores dan a luz un documento que en el argot denominan «Biblia» , y no sin motivo. Este libro guarda las claves del proyecto, de los personajes, de las localizaciones y de las futuras tramas de la ficción. Es su esencia. Si el creador consigue colocarlo en el mercado, la idea que ronda su mente se materializará en un episodio piloto , la prueba de fuego. Pero dar este primer paso, que muchos definen como una auténtica travesía por el desierto, no es sencillo. «Cualquier serie ha sido rechazada más veces que aceptada: forma parte de la naturaleza de este negocio», revela el autor de un libro sobre el mundo de los guionistas (Hombres fuera de serie, Brett Martin, Ariel, 2014) escrito al amparo del fenómeno «seriéfilo» .

Los guionistas trabajan contrarreloj para entregar el guión en fecha y no retrasar los tiempos del rodaje

El auge que estas ficciones han vivido en la última década de la mano de clásicos como Los Soprano, Mad Men, Breaking Bad o Lost que cuentan con millones de seguidores en todo el mundo y que han consagrado a sus guionistas y actores tiene su particular reflejo en la realidad gallega . Un escenario igual de hostil para quienes se encargan de dar vida y voz a los personajes, pero que cuando funciona puede generar audiencias del 35 por ciento, todo un récord en el panorama televisivo actual. Los rostros que se esconden detrás de series como Matalobos, Libro de familia o Padre Casares coinciden al señalar como clave del éxito de las ficciones gallegas su «empatía con el público» . Para Alberto Guntín, ahora mismo embarcado en Serramoura , esto permite que «consumidores más jóvenes se estén acercando por curiosidad a series hechas aquí y que acaban disfrutando». «Nosotros llevamos a cabo un proceso de identificación, buscamos tramas y personajes que la gente conozca. Es el caso de Matalobos , que se centra en el narcotráfico, una realidad que Galicia conoce bien porque ha convivido con ella. Y no solo con ella, sino con personajes como Carmelo Matalobos», apunta Guntín para resumir que «buscamos series que compartan nuestra forma de entender la vida, la de los gallegos» .

Su inspiración: los periódicos, los informativos, lo que la gente les cuenta y los encuentros con policías

El proceso de escritura de una ficción televisiva arranca con sus guionistas sentados alrededor de una mesa. «Una tormenta de ideas en toda regla», confirman . Trabajan a contrarreloj para entregar el guión en fecha y no retrasar los tiempos de rodaje, que para una serie convencional gallega ronda los cuatro días de grabación por capítulo. La sala de escaleta es el lugar donde «se paren todas las ideas , un sitio en el que si no te diviertes, sufres», reconoce Guntín. La inspiración de los guionistas, la génesis de los episodios que el espectador disfrutará en su salón, llega de muchas y muy variadas fuentes. «Siempre, siempre, siempre leemos los periódicos y vemos los informativos . También escuchamos mucho a la gente, lo que les ocurre. Yo siempre advierto que soy guionista para que nadie me cuente nada que no quiera que aparezca después en un guión», bromea Carlos Ares, actualmente en Era Visto y guionista de series clave como Mareas Vivas . Para Roberto G. Méndez —detrás de centenares de episodios de Pratos Combinados y guionista en otras producciones como Pazo de Familia— «cada uno tiene sus mecanismos, pero depende del tipo de serie que estés haciendo» .

A la hora de sacar adelante un guión, este escritor aconseja «basarse más en la vida que en la ficción». «Lo que podamos poner nuestro en cada episodio es lo que nos hace propios como escritores, cuanto más de eso haya en tus textos, más distintos y mejores van a ser», insiste Méndez. Otros como Guntín reconocen que se reúnen con agentes de la Policía o de la Guardia Civil para inspirarse . «Y nos han llegado a contar tramas fantásticas, pero imposibles de llevar a la ficción porque nadie se las creería», afirma entre risas.

Mareas, un punto de inflexión

Carlos Ares formó parte, hace casi dos décadas, de la serie que marcó un punto de inflexión en el panorama televisivo gallego. Mareas Vivas, con Luis Tosar como protagonista, alcanzó a finales de los noventa audiencias del 50 por ciento . A Portozás se trasladaban cada lunes miles de espectadores enganchados al devenir de este pueblo de la Costa da Morte que logró reunir delante de la pantalla al 25 por ciento (rating) de la población gallega. «Un día tuvimos una audiencia del 27 por ciento y casi me echo a llorar porque me pareció muy baja», bromea Ares. Acerca del éxito o de los fracasos («que los hemos tenido todos», aseguran), Roberto G. Méndez concluye que tras muchos años en el oficio ha aprendido que «nadie sabe nada» . «A veces una fórmula funciona y después se agota. Nunca se sabe si algo va a gustar», reconoce. Capaces de escribir en una semana las 80 páginas del guión de un episodio de una hora, estos arquitectos de la ficción explican que en muchas ocasiones «se tira de oficio» . «Los guionistas tenemos trucos y hay tramas estándares que siempre funcionan. En casi todas las comedias hay un Bienvenido Mister Marshall , un tipo que llega a un sitio prometiendo cosas y que al final pasa de largo y no da nada», asegura Méndez, que también es profesor de guión.

Son capaces de escribir las 80 páginas de un guión de una hora en capítulo en una semana. «Se tira de oficio»

A menudo los guionistas firman centenares de capítulos de una misma serie, en la que pueden llegar a trabajar años. El vínculo que establecen con los personajes afecta a su forma de entender —y de ver— las ficciones de las que son padres. En algunos casos, como el de Carlos Ares, los guionistas se convierten en seguidores de sus propias series hasta que se despiden de ellas . «Cuando dejo de escribir en una serie, la abandono y dejo de verla. Es como una historia de amor. Te despides y le deseas lo mejor». Otros, como el guionista Roberto G. Méndez, evitan ver los capítulos que escribe «por una cuestión de pudor». «Si veo algún episodio es el que han escrito otros, nunca los que he hecho yo, porque sé lo que va a pasar y siempre voy por delante. También da un poco de miedo », confiesa.

Consejos de experto

Comparando las ficciones gallegas con las grandes superproducciones, los profesionales del ramo dejan claro que «en Galicia se hacen series de una manera casi heroica» . «Cuando salimos de aquí y decimos con cuanto presupuesto las sacamos adelante, la gente no se lo cree», explica Guntín. Pese al tirón del audiovisual gallego, quienes lo conocen de cerca reconocen que «es un mercado que está casi imposible por los tiempos con los que jugamos». «Hay que escribir tan deprisa que lo que hacen falta son guionistas que te resuelvan rápido y con seguridad» , asegura Roberto G. Méndez, sin atreverse a disuadir a los que quieren meter la cabeza en un oficio que está de moda. «Si quieren escribir guiones van a acabar haciéndolo sí o sí, esté la cosa como esté», afirma.

En este sentido, Méndez echa de menos la figura del guionista junior que sí existe en Estados Unidos. «Mientras los seniors sacan la serie adelante, ellos aprenden y se empapan, pero si tienes ocho días para entregar un guión, eso es imposible». « Mi único consejo para futuros guionistas es que para escribir , lo único que se puede hacer es escribir y escuchar a otros guionistas que te cuenten los problemas narrativos con los que se encuentran porque, al final, los problemas con los que te encuentras tú y con los que se encuentran Aaron Sorkin o J.J. Abrahams son los mismos. Ellos escriben Star Wars, pero al final se atascan en lo mismo», lanza como aviso a navegantes.

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