Juan Soto - El garabato del torreón
Una oportunidad perdida
Para calibrar el valor de la impresionante colección de arte de Chané habrá que viajar a Castilla-La Mancha
Cuenca y Toledo están de enhorabuena. En la Casa Zavala, en el convento de Santa Fe y en el museo de Santa Cruz, tres de los centros más sobresalientes de la red museística castellano-manchega, van a quedar depositadas cerca de quinientas piezas pertenecientes a los fondos de Roberto Polo , uno de los coleccionistas de arte más importantes del mundo. A lo largo de toda una vida marcada por el éxito en los negocios —aunque no exenta de polémica—, Polo ha ido reuniendo obras (más de siete mil, acabamos de leer de opinión autorizada) de muchos de los nombres mayúsculos del arte moderno europeo: Max Ernst, Andy Warhol, Kurt Schwitters, Oskar Schlemmer, Georges Vantongerloo, Marthe Donas, Karel Maes, Jozef Peeters, Pierre-Louis Flouquet, Marc Eemans, Eileen Gray...
Al parecer, en el éxito de los tramites para el depósito en Cuenca y Toledo fueron decisivas las gestiones del presidente de la Junta de Castilla-La Mancha , el socialista Emiliano García-Page, decidido a no dejar escapar una oportunidad que, sin duda, significará un importante refuerzo para la ya muy atractiva oferta turística de la comunidad autonómica, más propicia a mantener un buen nivel medio de visitantes durante todo el año que a la breve coyuntura estival.
Lo que hizo García-Page pudo haberlo hecho —o intentado al menos— Núñez Feijóo, acudiendo a los resortes afectivos con que no pocas veces se activan los mecenazgos . Porque conviene recordar que las raíces de Roberto Polo se arraigan en Galicia, concretamente en Compostela, ciudad donde nació su abuelo, el músico José Castro González Chané, a quien debemos composiciones tan vivas en el meollo sentimental de los gallegos como «Os teus ollos», «Unha noite na eira do trigo» o el «Adiós a Mariquiña». Es sabido que Chané hizo de Cuba su segunda patria. Allí vivió, allí compuso, allí dirigió coros, allí fundó agrupaciones musicales, allí casó con Elvira Hernández Celis, allí nacieron sus hijos y allí murió.
Entre los muchos nietos de Castro González y Hernández Celis, Roberto Polo optó por los negocios y no le fue nada mal. Su impresionante colección de arte lo demuestra. Para calibrar su valor habrá que viajar a Castilla-La Mancha. Una pena: el Centro Galego de Arte Contemporánea o el MARCO de Vigo, por ejemplo, nos queda más a mano .