Animales

El caballito de mar que «volvió a nacer» gracias a una doble microcirugía

El animal, que vive en el Acuario de La Coruña, sufría una malformación por la cual le salían los órganos internos al exterior

Foto: un caballito de mar / Vídeo: proceso de atención al ejemplar en La Coruña ABC / AQUARIUM FINISTERRAE

Ántar Vidal

El mundo marino, más desconocido que el de tierra firme para los seres humanos, está lleno de misterios y curiosos animales. Uno de los más peculiares y que más llaman la atención sigue siendo el caballito de mar. Estos pequeños animalillos de forma enroscada, en los que quien pasa el embarazo es el macho, son torpes nadadores, por lo que su captura no es difícil.

Precisamente, es el ser humano su principal ‘depredador’. Son millones de ejemplares los capturados al año para decorar o usar como medicina tradicional en China. Sin embargo, en el Aquarium Finisterrae de La Coruña, incluso la aparentemente frágil e insignificante vida de estos pequeños especímenes es valorada como otra cualquiera, sin excepción.

Uno de los ejemplares del acuario coruñés, que ya había nacido ahí, sufría una malformación: en su barriga había dos orificios por los que se salían sus órganos internos. Noelia de Castro, veterinaria, tiene como objetivo «mantener el bienestar de todas las especies, incluso las más pequeñitas» , por lo que hizo dos intervenciones quirúrgicas al animal. Aunque es una herida normal en los caballitos macho después del embarazo, este ejemplar aún era muy pequeño, por lo que no había criado aún.

De hecho, el mayor riesgo para su vida no era tanto la malformación en sí, sino las «infecciones secundarias resultado de que sus órganos estuvieran en contacto con el agua», y por ello también se le dieron baños de antibiótico.

Desde luego no es algo que se ve todos los días: que se invierta tiempo y recursos en salvar la vida de un animal tan pequeño que tiene una esperanza de vida media de 5 años, pero «teníamos que intentarlo, y salió bien». De hecho, se enteraron de esta anomalía a finales de mayo, cuando el caballito aún estaba en la zona de cuarentena , que es donde están los animales criados en el acuario hasta que crecen lo suficiente para ser expuestos.

Una vez capturado para curarlo, no fue hasta que lo puso bajo la lupa que la veterinaria se dio cuenta de que en realidad, no tenía un agujero en su barriga, sino dos: el hipocampo «era tan pequeñito que no se le veía», cuenta con ternura la veterinaria.

En la primera operación, la más complicada, primero se le anestesió y se le «metieron los órganos internos», para luego cerrar la malformación. Tras tres semanas y comprobar que se había recuperado de la anestesia, se movía con normalidad y comía bien, «se le volvió a dormir y se quitaron los puntos» , dice alegre de Castro. Por suerte se recuperó bien, «está estupendo» y volviendo a nadar con el resto de sus compañeros de tanque.

El éxito de la intervención fue tal que no parecía que el animalillo sufriera dolor después de la microcirugía, que aunque parezca difícil de detectar al ser de un tamaño tan reducido, Noelia de Castro explica que si estuviera sufriendo «se le notarían cambios en el comportamiento». Sin embargo, todo lo contrario: «Comió desde el primer día» y actuaba con normalidad.

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