25 DE JULIO
Once refranes con «xeito» que te harán sentir uno más en el Día de Galicia
Sobre negocios, la vida, la juventud; los gallegos tiran de refranero para cada circunstancia de la vida
Es la lengua de Rosalía, la de Emilia Pardo Bazán, Castelao y Álvaro Cunqueiro; y el idioma que, según datos del Consello da Cultura Galega, habla el 43% de los habitantes de la Comunidad de forma continua. Así que no debería extrañar que el gallego, al igual que otras muchas lenguas con siglos de historia, haya adoptado giros, expresiones singulares, a los que se suma la ya tradicional lista de palabras populares en la lengua propia, como «badalada» (campanada), «luscofusco» (ocaso) o «sapoconcho» (tortuga).
En cada rincón de Galicia, para cada circunstancia de la vida diaria, existe un refrán que la sintentiza y le da un valor casi universal. Ya lo decían Os Resentidos: Galicia, sitio distinto. Vamos con algunos ejemplos.
Tanto ten Xan coma Perillán : o en otras versiones, tanto ten Sarria como Portomarín. Cuando dos cosas son similares, y su elección te da igual.
Polas vésperas sácanse os días festivos : es la versión galaica de la frase que más suena en Twitter en estos momentos: No se podía saber.
Non hai pouco que non chegue nin moito que non se acabe : una lección para tiempos de escasez.
Amiguiños, si, pero a vaquiña polo que vale : que la amistad nunca sea un obstáculo para saldar deudas.
Xente nova e leña verde todo é fume : el refrán es más antiguo que la canción de Loquillo, «memoria de jóvenes airados».
O que garda sempre ten : Galicia, tierra de ahorradores.
Sae máis caro a salsa có peixe : cuando el arreglo es más costoso que el objeto a arreglar. Seguimos con los negocios.
Outra vaca no millo : otro que se apunta repentinamente a (insertar tarea).
A todo porco lle chega o seu San Martiño : la justicia divina, temporal, que le dicen.
Nunca choveu que non escampara : es la versión del «después de la tormenta siempre llega la calma».
Mexan por nós e hai que dicir que chove : en realidad, se le atribuye un efecto reivindicativo a este refrán, pero fue Castelao quien lo utilizó para denunciar cierta resignación de los gallegos.