Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN

La obstrucción como programa

En Galicia, urge restaurar la ilusión entre los propios y poner fin al desprestigio ganado a pulso

Se avecinan tiempos difíciles para la jerarquía institucional de la hueste podemita. En Galicia, urge emprender una campaña que restaure la ilusión entre los propios, pacifique el gallinero y ponga fin al desprestigio ganado a pulso por aquellos de quienes esperábamos otras conductas, una cierta preparación para el oficio y una elemental capacidad de entrega al bien común. Porque resulta que no es sólo el espectáculo del alcalde Ferreiro jugando con su tablet en la tribuna de invitados del Congreso y disfrutando de un día de asueto en Madrid en compañía de sus homólogos Suárez y Noriega, todos tres a cargo del contribuyente; ni tampoco la deplorable intervención, en esa misma sesión, del portavoz Gómez-Reino, cuya minúscula (y sobradamente acreditada) afición al trabajo no se compadece con su diligencia a la hora de firmar manifiestos en apoyo del recalcitrante «killer» De Juana Chaos.

No, nada de eso. Lo que ahora apremia es convencer al contribuyente de que votar a cualquiera de las franquicias de Podemos en Galicia puede contribuir a resolver algún problema de interés general. Porque la dimisión irrevocable del portavoz podemita en el Concello de Lugo no es una contingencia personal sino una revelación categórica. Llevado de una candidez impropia de su edad, Fernández Rocha intentó cooperar a la resolución de problemas locales, imposibles de abordar con la sola contribución de los votos socialistas. Pero inmediatamente le fue leída la cartilla que el podemismo viene aplicando a rajatabla en las instituciones donde está asentado, ya como gobernante, ya como oponente. Una cartilla que se resume en tres verbos: obstruir, torpedear y paralizar. Todo lo que no responda a esa regla se computa como agravante. No existe otro programa, ni otro propósito, ni otro objetivo. Fernández Rocha cometió la ingenuidad de anteponer los intereses generales de la ciudadanía a las granujerías de los pajaritos de Lugonovo. La respuesta fue inmediata: le soltaron una coz en el trasero y lo mandaron para casa. Que pase el siguiente. O el siguiente al siguiente. Para el caso cualquiera sirve.

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