José Luis Jiménez - Pazguato y fino
Las nuevas
Vilán y Cancela prefirieron ir de progres, de amigas de la izquierda y el nacionalismo con los que van a tener que pactar para subirse al coche oficial
Por una vez, el PSdeG nos dijo la verdad: están renovándose. Han pasado de defender un sistema tributario solidario y equitativo que permite la redistribución de la riqueza desde el Estado hacia las autonomías a debatir su ruptura para introducir una nueva excepción copiando el modelo vasco. Es cierto, esto es novedoso. Lo curioso es que al candidato salido de las primarias, Xaquín Fernández Leiceaga —que es profesor universitario de Economía y no diputada ascendida por deserción del resto—, esto le parece una astracanada porque es lesivo para los intereses de Galicia. No es raro: el grueso de los economistas se alinean con esta tesis.
Entonces, ¿de quién es la paternidad de la ocurrencia? Veamos. La opción más lógica es suponer que ha venido de las altas instancias del partido en la Rúa do Pino, ese despacho antaño ocupado por Besteiro y que ya ha hecho suyo Pilar Cancela, no se sabe si de manera provisional o con cálculos a futuro. El problema es que diga lo que diga la presidenta de la gestora nos va a costar mucho creerla. Menos mal que queda la prensa libre para contar la verdad.
La alternativa es pensar en un alarde de originalidad de la nueva portavoz, Patricia Vilán, por aquello de estrenarse en el cargo dando una campanada y aparecer en los telediarios. Lamentablemente, el sistema de financiación de un territorio no es una materia para veleidades gratuitas. Quizás pudo creer que estaba con otra proposición antitaurina de esas que puede agitar sectariamente sin que el grueso de la población se percate de los aspavientos.
Y la tercera opción sería que Ferraz hubiera dado una orden sobre el sentido del voto. Esto, como hoy informa ABC, no fue así, porque la dirección federal del PSOE dijo que no apoyaría un cupo gallego, pero Vilán y Cancela prefirieron ir no de nuevas, sino de progres, de amigas de la izquierda y el nacionalismo con los que van a tener que pactar para subirse al coche oficial. Leiceaga sabía el sentido del voto y no quiso o no pudo cambiarlo. Vaya lo que le espera.