Investigación sanitaria

Un estudio pone en cuestión el 47% de los diagnósticos de hipertensión

Investigadores gallegos identifican la subida de la presión arterial durante el sueño como el único indicador fiable del riesgo cardiovascular

Responsables del Proyecto Hygia, este miércoles en Vigo CEDIDA

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Once años de investigación y más de 18.000 pacientes en seguimiento durante un periodo medio de cinco años han puesto patas arriba los protocolos asumidos hasta la fecha en materia de hipertensión arterial . Nueve revisores independientes han repetido las comprobaciones previas a la publicación en la «European Heart Journal» —la revista de mayor impacto internacional en Cardiología— de los resultados del Proyecto Hygia dada su repercusión y alcance: el 47% de los diagnósticos de hipertensión arterial vigentes, mantienen los investigadores gallegos, se apoyan en predictores equivocados y no se ajustan a una aproximación fiable al riesgo cardiovascular real del paciente.

La trascendencia de la investigación, coordinada por el catedrático de la Escuela de Ingeniería de Telecomunicaciones de la Universidad de Vigo, Ramón Hermida , y el responsable de la Unidad Compartida de Investigación de Atención Primaria, Juan Crespo , radica en la puesta en entredicho de los criterios tradicionalmente asumidos para el diagnóstico. Del mismo modo que el avance del conocimiento descartó la medición del colesterol total como indicador útil para predecir el riesgo cardiovascular y descubrió que la clave de la patología residía en las fracciones de LDL (colesterol malo) y HDL (colesterol bueno), o que en materia de obesidad se avanzó hacia la descripción del perímetro abdominal como información realmente pertinente para el diagnóstico, por encima del peso corporal, los trabajos del Proyecto Hygia descartan la utilidad de los valores de presión arterial del paciente despierto tomados en consulta o mediante aparatos de uso domiciliario como instrumento diagnóstico: la medición útil para pronosticar el riesgo de accidente cardiovascular, sostienen, es la presión arterial del paciente durante sus horas de sueño . El nuevo enfoque invita por tanto a descartar como hipertensos a parte de los pacientes diagnosticado como tales en la actualidad — «normotensos enmascarados tras el síndrome de la bata blanca», por ejemplo, según explica Juan Crespo— y, a la inversa, a pensar en un porcentaje de población con verdadero riesgo de accidente cardiovascular, pero indetectable por los protocolos vigentes por presentar valores de presión arteriales normales en sus horas de actividad.

En definitiva, explica el investigador, los dos criterios que verdaderamente definen el concepto de hipertensión son la presión arterial durante el descanso y su relación con los niveles de tensión en horas de actividad: si no desciende durante el sueño o, más preocupante aún, si se incrementa. Y aquí entronca otra de las principales conclusiones de la investigación: «Las posibilidades de sufrir un accidente cardiovascular, como un infarto, insuficiencia cardíaca o un ictus, se reducen en un 53% cuando el tratamiento hipertensivo se toma antes de dormir y no al despertar», señala.

Los datos recabados para los más de 18.000 pacientes reclutados se apoyaron en una recogida personalizada de mediciones a través de la monitorización ambulatoria de la presión arterial (MAPA) , recopilando del orden de 120 registros a lo largo de 48 horas en la vida real del paciente, y repitiendo la prueba al menos una vez al año. En el grupo de trabajo han participado 292 investigadores de 40 centros clínicos, de los que un 70% son centros de salud del sur de Galicia.

Extender la monitorización

Ante la imposibilidad de incorporar de inmediato la MAPA como técnica generalizada para detectar en la población general posibles perfiles de riesgo de acuerdo a esta definición revisada de hipertensión —y en paralelo a la gradual ampliación del número de dispositivos disponibles —, Crespo considera necesario concentrar las pruebas sobre grupos sensibles , fundamentalmente pacientes diabéticos, personas con daño renal, mayores de 60 años e individuos que hayan sufrido accidentes cardiovasculares previos. Asimismo, el investigador apunta a determinadas anomalías detectables en pruebas convencionales que podrían sugerir la presencia de problemas de presión arterial en periodos de descanso en pacientes teóricamente normotensos, como una albuminuria elevada en una analítica de orina o una hipertrofia ventricular izquierda en un electrocardiograma.

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