Juan Soto - El Garabato del Torreón
Es por nuestro bien
Los españoles somos tropa desagradecida y solemos volver las espalda a quienes miran por nosotros
Nos lo temíamos: en el Ayuntamiento de Lugo hay mucho cantante. Lo acaba de denunciar la señora Ferreiro, concejala adscrita al área de inspección acústica municipal (apartado canoro, subsección Tercera Edad), cuyas labores ejerce con verdadero celo reprobatorio. Es difícil que a la sagacidad censora de la señora Ferreiro, que encarna en su persona nada menos que el 50 por ciento de la representación de su partido en el consistorio lucense, se le escape cualquier desliz, error o perversidad en materia afecta, directa o indirectamente, a las implicaciones sociológicas de la literatura, es decir a todo ese complejo laberinto científico por el que discurre la relación íntima entre la palabra escrita y la sociedad. Dios se lo pague. Una vocación, la de la señora Ferreiro, felizmente continuadora de la que en su día mostraron aquellos beneméritos comisarios de la añorada Sección de Empresas Discográficas y Ediciones Sonoras, subordinada a la inolvidable Subdirección General de Promoción y Ordenanción Editorial que tantas almas españolas salvó de las llamas del Infierno y en cuyas covachuelas enmendaron planas y raparon barbas ilustres patriotas y futuros premios Nobel.
Pues resulta que, como resultado de sus pesquisas salvíficas, dio la señora Ferreiro con el caso, ciertamente escandaloso, de que en los centros sociales amamantados a los pechos presupuestarios del Concello no solo se baila el arrimado sino que ello se hace al arrullo de músicas y letras canallas. «Bien pagá, te llaman la bien pagá», y esas cosas. Puso la oreja la concejala, vio el panorama, abrió el bolso, sacó el bolígrafo, tomó nota, redactó moción presentola en registro y henos aquí, queridos amigos, a la espera de que el pleno resuelva acerca de la gravedad del asunto.
Cabe dentro de lo posible que la demanda purgante suscite no más que indiferencia entre los grupos coparticipes en el desbarajuste municipal lucense. No nos extrañaría: los españoles somos tropa desagradecida y solemos volver la espalda a quienes miran por nuestro bien. Así nos luce el pelo.