«No nos podemos permitir que esa frontera se vuelva a cerrar»

En la medianoche de este miércoles, los vecinos de Tui levantaron las vallas que hace tres meses marcaron el cierre de fronteras y recorrieron a pie el antiguo puente internacional que conecta la localidad gallega con la vecina Valença. Era un día esperado, el final efectivo del confinamiento , y nadie esperó a que amaneciese. Tampoco en el lado luso de la frontera, donde el mismo paseo, a la inversa, se realizó una hora más tarde debido al cambio horario. Los alcaldes de los dos municipios fronterizos, presentes en el acto, coincidieron en que esta reapertura simbolizó un encuentro «histórico» que devuelve la normalidad perdida. Además, insistió el de Tui, Enrique Cabaleiro, permitirá «retomar las relaciones culturales y sociales» de ambas localidades y reactivar la utilización de equipamientos públicos compartidos.

Con este paso ya plenamente activo, se facilita el traslado de los empleados transfronterizos y se abre la puerta a la dinamización de la economía de las localidades situadas a ambas riberas del río Miño, que reciben clientes del margen opuesto en ambos casos y que resultaron «especialmente dañadas por el cierre de fronteras». Se trata de residentes que llegan a pasar de un país al otro hasta tres o cuatro veces en un día y para los que los tres meses de confinamiento supusieron «tres o treinta años» , según manifestó el presidente de la Cámara de Valença.

La misma fotografía, la del reencuentro, se vivió en Salvaterra de Miño, donde unos y otros se volvieron a ver las caras tras un cierre «que no nos podemos volver a permitir» . Lo afirma la regidora de la localidad, Marta Varcárcel, que en una conversación con ABC manifestó la satisfacción por la apertura de la frontera. « Aquí la gente cruza de un país al otro sin darse cuenta , porque en un minuto caminando ya estás en Portugal. Nuestros cascos antiguos [en referencia al de Monção] son casi una prolongación, por lo que el confinamiento fue un golpe muy duro para nosotros». En Salvaterra, las matrículas portuguesas volvieron a mezclarse con las españolas y los diez mil vehículos que a diario cruzan por este paso conectaron de nuevo dos pueblos en los que proliferan los «matrimonios mixtos».

«Somos uno, una unidad» resume la alcaldesa, que tiene presente los problemas que el cierre generó. « Hay supermercados en Salvaterra donde el 80 por ciento de la clientela es portuguesa . Y hay gallegos que trabajan en Portugal y que por primera vez sintieron que lo hacían fuera de su país», expresa para dibujar la comunidad que representan. «Lo importante ahora es hacer las cosas despacio y con prudencia porque ahora sí que, más que nunca, la responsabilidad es toda nuestra», asumió la alcaldesa de Salvaterra este primero de julio.

La sensación es compartida por los habitantes de Verín, otro de los protagonistas de la Raia, donde la vida de sus vecinos fluye hacia la nueva realidad con la normalización del paso que marca el tránsito entre los dos países. A apenas treinta kilómetros de Chaves, muchos de sus residentes retomaron un camino que llevaba meses vetado y que enlazó de nuevo esta Eurociudad. Sin obstáculos ya en ningún tipo de traslado entre los dos países de la Península, el director del Agrupamento Europeo de Cooperación Territorial do Miño (AECT) Rio Minho, Uxío Benítez, llamó a «trabajar» para «restituir y normalizar las relaciones entre Galicia y Portugal» cuanto antes. Una labor que muchos iniciaron este miércoles después de tres meses de cerrazón que dejarán huella, a un lado y al otro del puente .