ENTREVISTA A ALFREDO GARCÍA
«Nadie valoró que fuésemos la única federación opuesta a la reforma local»
El también regidor de O Barco de Valdeorras analiza la legislatura pasada de la Fegamp y los retos de la próxima
—No empieza de cero en la Fegamp. Viene de cuatro años difíciles para el municipalismo pero, curiosamente, de grandes consensos en la Fegamp.
—Eso tiene una explicación sencilla. Si nos reunimos media docena de alcaldes de diferentes ideologías y sensibilidades, a los quince minutos estamos todos de acuerdo en asuntos municipales, porque tenemos los mismos problemas. Es fácil llegar al consenso. Además, yo solo contemplo la Fegamp desde el consenso. Si se convierte en un foro donde impere el debate partidista, valdrá de poco.
—¿Se valoró poco que una federación presidida por el PP se pusiera en contra de la reforma local?
—No se valoró nada. Fuimos la única. Estoy convencido, y se lo he dicho a alcaldes populares y socialistas, que si eso se hubiera hecho en las 17 federaciones, Montoro no se hubiera atrevido a hacer esa reforma. Pero sólo Galicia se levantó contra la reforma.
Fusiones
«En Galicia fusionas concellos y te sale otro que sigue siendo pequeño, con seis o siete mil habitantes y una superficie inabordable. ¿Cómo gestionas eso?»
—¿Tan mala es?
—Muy mala. Porque no clarifica. Sólo se hizo para un titular y decirle a Europa que hacíamos algo. De hecho, la propia Xunta, para evitar el desastre que se venía encima, aprobó una ley de medidas urgentes para que pudiéramos seguir igual. ¿Cómo es posible que el Gobierno haga una ley y las Comunidades la enmienden para dejarla en nada? Esto no es un país serio. Los concellos prestamos los mismos servicios que antes pero con más dificultades, porque seguimos sin la financiación adecuada y además con restricciones presupuestarias que nos impiden gastar el dinero que ahorramos. Porque los ayuntamientos estamos cumpliendo con todos los criterios de estabilidad.
—En su concello, ¿se pelea más con la oposición o con el interventor?
—Con el interventor. Pero no porque tenga la culpa, lo que me indigna es que la mitad de su trabajo es para mandar papeles a Madrid y tampoco pueda contratar a personal para los servicios que demandan los vecinos. Los interventores están trabajando para el Gobierno central, y están atados de pies y manos. No les puedo pedir que incumplan la ley, y me dicen que hay cosas que no se pueden hacer por mucho que lo pidan los vecinos.
—¿Tiene marcha atrás la reforma local?
—Yo creo que sí. ¿Tan difícil es sentarse alrededor de una mesa y alcanzar un acuerdo fundamental? El problema es que los gobiernos conciben el municipalismo como un poder de tercera división, y no es así. Los ayuntamientos juegan en la misma división que las autonomías o el poder central. Sentémonos y marquemos qué competencias tiene cada uno. ¡Claro que estamos de acuerdo en que no haya duplicidades y en que no se gaste lo que no se tiene! Nosotros cumplimos, ahí están los datos. Pero que no podamos gastar el dinero que ahorramos en lo que pidan los vecinos...
—¿Va a haber especial sintonía Fegamp-FEMP?
—Espero que sí, porque en el pasado no la hubo. Así se lo dije al anterior presidente, Íñigo de la Serna, en un consejo territorial. La FEMP tomó partido por el Gobierno y no por los municipios. Porque si no vamos todos juntos para pedir y exigir al Estado, será un error.
—Decía su predecesor que los alcaldes habían dado la lección de unidad que había faltado en otros estamentos políticos.
—Y estoy de acuerdo. Este país hace muchos años que no consensúa nada. Es nuestro gran hándicap. No sé si es demasiado grandilocuente hablar de temas de Estado, pero desde luego hay materias de gran importancia. Y en esas, tenemos que acordar. No vale hacer la guerra cada uno por su cuenta.
Reforma local
«Es muy mala. La Xunta, para evitar el desastre que se venía encima, aprobó una ley para que los concellos prestáramos los mismos servicios»
—¿El mapa municipal es un problema en Galicia?
—Podríamos considerarlo un problema, pero no se resuelve fusionando concellos. Galicia tiene un mapa característico, que no tiene que ver nada con el de otros territorios. En Galicia cada concello por pequeño que sea tiene no sé cuantos núcleos, algunos hasta 250. ¿Cómo se fusiona eso? ¿Qué territorio sale? Los fusionas y te sale un concello que sigue siendo pequeño, porque no pasa de los seis o siete mil habitantes, con una superficie inabordable. ¿Y luego cómo se gestiona? No es tan sencillo y caemos erróneamente en la simplificación. Mientras haya concellos pequeños, tiene que haber una administración que le preste apoyo para que determinados servicios se presten de manera conjunta y abarcar un amplio territorio.
—¿Y esa administración son las diputaciones?
—O puede ser la Xunta. Eso también tenemos que hablarlo. Pero alguien tiene que hacerlo. Lo que no debe hacer la diputación es repartir subvenciones. Su papel es prestar apoyo en lo importante: en la recogida de basuras, en el abastecimiento y en el saneamiento, en carreteras locales que pasen a ser provinciales, en planes de obras... Materias que los concellos por sí solos no pueden prestar. Mientras las diputaciones existan, ese debe ser su papel. Y también tengo muy claro que la Fegamp no es el foro donde hay que debatir cuál será el futuro de las diputaciones.
—Rueda y Feijóo no han ahorrado elogios hacia su persona. Cuando llegan los piropos del partido contrario, ¿son un regalo envenenado?
—Yo se lo agradezco, en cualquier caso. Seamos sinceros, a todo el mundo le gusta que le regalen el oído. Es mejor que te alaben a que te critiquen. Son frases de cortesía que agradezco, pero tengo claro que a la Xunta le voy a exigir los temas pendientes que tenemos.
—¿Y cuánto va a exigirle al conselleiro de Política Social?
—Ahí jugamos con ventaja, o eso espero. Hasta hace quince días estaba pidiéndole a la Xunta soluciones para los concellos. Estoy convencido que no va a tener amnesia. Desde luego es la consellería donde más vamos a tener que implicarnos. Porque con la ley en la mano, a 31 de diciembre la Xunta es la que tiene que prestar los servicios sociales. Pero ni los alcaldes queremos cederlos ni la Xunta quiere asumirlos.