GALICIA
Morir solo en casa: los «kodokushis» gallegos
Crece el número de mayores que fallecen solos y tardan días en ser localizados en sus casas. El último caso, el de un hombre que llevaba un mes muerto en su piso de Ferrol
Un vecino de Ferrol vello fue localizado en su casa ayer, e n avanzado estado de descomposición , después de que los vecinos alertasen a la Policía de que llevaban cerca de un mes sin verlo. El cuerpo del hombre, de 68 años, tuvo que ser rescatado por la ventana del cuarto piso en el que vivía desde hacía décadas y en el que no solía recibir la visita de familiares . Nadie lo echó en falta. Pese a lo trágico del resumen de esta noticia, titulares de este tipo saltan de manera periódica a los medios anestesiando a la sociedad sobre un fenómeno que va camino de ser epidemia. Hace tiempo que forenses y jueces alertan de que cada vez son más los casos de mayores que mueren solos en sus casas y cuyos cadáveres tardan en ser descubiertos por la falta de lazos familiares. Por la soledad que marca el día a día de muchos ancianos que viven y fallecen en silencio.
La mayor parte de estos tristes desenlances se producen en núcleos urbanos donde las relaciones personales acostumbran a ser más frías y epidérmicas que en los pueblos. En el caso de Galicia, una comunidad que suma ya 121.500 personas mayores de 65 años que residen en la más estricta soledad , existe un telefóno de teleasistencia que conecta al mayor con una central que le ofrece ayuda inmediata en caso de urgencia. También algo de compañía . Pero aún así, las muertes de ancianos sin cobertura familiar que tardan días o meses en ser descubiertas van en aumento. Según datos del Instituto de Medicina Legal de Galicia, la cifra de autopsias en personas que han sido encontradas tras varios días muertas ha crecido con respecto a décadas pasadas, hasta llegar a sumar más de una decena en un solo mes . El perfil habla de mayores que sobrepasan la barrera de los 70 años y que, en muchas ocasiones, no padecen ninguna enfermedad grave. También son frecuentes las caídas ante las que no hay respuesta o los accidentes cardiovasculares que exigen atención médica inmediata .
Esta realidad, que se traduce en los cientos de gallegos que mueren sin nadie que los acompañe al cabo del año, es una epidemia ya en países como Japón, donde los han bautizado como «kodokushi» o «muerte solitaria» . Se trata de un fenómeno descrito ya a principios de los 80 que responde a un tipo de vida en la que el envejecimiento progresivo de la población sumado a las prisas, las exigencias laborales y las dificultades para conservar los vínculos familiares abocan a decenas de miles de nipones a despedirse sin que nadie los eche de menos.La alarma es tal que se calcula que un 5 por ciento de las muertes que se computan en Japón se han producido en esta soledad forzosa. Volviendo a la Comunidad gallega, incluso los representantes del sector funerario reconocen que algo está cambiando , y no para mejor.
Momificada en su propia casa
Uno de los casos más traumáticos, que sobresalió sobre los centenares de fallecimientos que llevan este lastre, se produjo hace un par de años en la localidad coruñesa de Culleredo . Allí, en un bloque de edificios, un buzón desbordante y un coche cubierto de polvo dieron la voz de alarma siete años después de que una vecina de 56 años se hubiese esfumado . Cuando el dinero de su cuenta se acabó y le cortaron la luz por impago, los vecinos reaccionaron y avisaron de que algo extraño pasaba. Al forzar la puerta y entrar en el piso los agentes se encontraron con un cuerpo momificado. El informa forense reveló que la muerte se había producido por causas naturales siete años atrás, justo cuando la mujer abandonó su rutina diaria y dejó de salir. No se le conocía familia cercana. Más de un millón de mayores viven solos en España , y la lista engorda cada día.
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