Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN
Menos pose y más peso
Una lectura atenta de los peligros que acechan a cuantos políticos ignoran el principio de «la saturación del mensaje» les evitaría incurrir en el desgaste preventivo de sus candidatos
Desde hace unos años, en esta jurisdicción amurallada y eucarística no hay alma pepera que sepa por donde se anda. O eso parece. A cada paso, esta gentes yerra como mula anublada y toma el camino del despeñadero o de la inopia. Se ve que no leen más encuestas que las suyas, ni ponen la oreja más que para escuchar a los afines, ni hablan con otras gentes que no sean las mantenidas a nómina.
Una lectura atenta de los peligros que acechan a cuantos políticos ignoran el principio de «la saturación del mensaje», tan caro a publicistas, sociólogos y politólogos, les evitaría incurrir en el desgaste preventivo de sus candidatos y en la decapitación de cuanta cabeza tendría posibilidad de emerger si antes no la rebanasen ellos mismos a la altura de la nuez. La bibliografía sobre el arte de guillotinar al correligionario es apabullante.
Detengámonos en un publirreportaje a doble página con el que esotro día el partido intentó masajear a su candidato a la alcaldía de Lugo. Tras la lectura, la conclusión es definitivamente inapelable: en el consistorio local, hay PSOE para rato. Porque poco se puede esperar de un aspirante cuyos principales argumentos de convicción (salidos de su propio magín o del de sus consiliarios aúlicos) se limitan a un repertorio de maldades ajenas y a una retahíla de propósitos para cuya credibilidad no basta con su enumeración sino que es necesario explicar los instrumentos para su ejecución. Se trata, queridos niños, no de una cuestión de táctica sino de estrategia. Dicho de otro modo, por nuestra condición de ciudadanos con derecho a voto nos asiste el derecho a formular una exigencia similar a la expresada por el padre Astete para comprobar si habíamos aprendido a hacer la señal de la cruz: «Mostrad cómo». «Es la praxis, estúpido», gritaría Carville, el publitólogo (perdón por el híbrido) de Clinton.
Son los inconvenientes de «la saturación del mensaje»: saliendo todos los días en la foto se arriesga uno a pasar por vanidoso o por charlatán. ¿Queda alguien por ahí capaz de explicar al pretendiente Ramón Carballo estas obviedades, o seguirán empeñados en que se estrelle él solito? Como dijo Jorge Semprún cuando el barco comunista hundió la proa en la charca de las purgas, «así no hay modo de resucitar».