Política
En Marea asume su «agotamiento» y comienza a preparar su disolución
La formación rupturista ha celebrado un plenario del que sale la decisión de dar carpetazo, pero no de inmediato
En Marea «no se disuelve de inmediato» pero inicia «todas las gestiones administrativas, legales y económicas para tener todo listo» cuando llegue el momento, según ha explicado este sábado su portavoz Pancho Casal. Una suerte de «disolución en diferido» para el proyecto que llegó a erigirse en segunda fuerza en Galicia en 2016 y hace poco más de dos meses cayó en la irrelevancia en las urnas. El día del adiós definitivo y oficial llegará cuando exista «otro nuevo movimiento» que asuma las esencias de la formación rupturista, que el pasado 12-J recibió la estocada definitiva con apenas un 0,22% de los votos en las elecciones autonómicas. Este 26 de septiembre comienza a desaparecer en plena segunda ola de la pandemia de coronavirus, casi por la puerta de atrás. Incluso la rueda de prensa donde se han ofrecido los detalles se ha oficiado en una calle con varios negocios sin actividad.
La suerte de la formación se ha dirimido a unos kilómetros, en un hotel de Teo, próximo a la capital gallega. Un capítulo más, pero no uno cualquiera, en el proceso de descomposición del rutpurismo gallego . En el plenario extraordinario celebrado este sábado había dos opciones sobre la mesa: dar por concluido el proyecto y disolverlo o desechar la idea de tirar la toalla y seguir, nombrando para ello un nuevo Consello y una nueva coordinadora. Finalmente se ha impuesto una decisión más salomónica, «de consenso», de fomentar un «empuje» de forma «individual», para animar a que recojan el testigo otras personas y movimientos, pensando especialmente en las más de 40 Mareas locales. Un proyecto que «debería estar maduro de cara a las próximas elecciones autonómicas», ha barruntado Casal, quien ha defendido que « ir para casa en estos momentos sería una postura que consideramos indigna ; tenemos la responsabilidad ineludible de seguir trabajando en solucionar» las emergencias que conforman su ideario.
En esa declaración de consenso, de la que ha dado cuenta la coportavoz María Chao, se asume que « los resultados electorales del 12-J constatan el agotamiento de nuestro movimiento » y se da por « acabada esta etapa », a partir de la cual «ampliamos proceso de reflexión de nuestro espacio político y animamos a todas las personas que participaron (...) a reflexionar sobre los problemas de la sociedad gallega y a seguir luchando por los valores que inspiraron en su día la creación» del partido instrumental. Se mostraron a favor un 79,4% de quienes tomaron parte este sábado en el plenario, con un 8,8% de rechazos y un 11,7% de abstenciones. Pero los porcentajes no dan una medida palpalble de lo sucedido: decidieron el futuro de En Marea apenas 52 personas , 15 de estas de forma telemática. «Una participación escasa», ha asumido Casal.
En Marea no se pone plazos para echar definitivamente el cierre : podría ser cuestión de meses o incluso un par de años, lo que tarde en fraguar un nuevo proyecto. La suya, mientras se acometen esos procesos «complejos» para preparar la disolución, será una labor de colaboración y acompañamiento. «No queremos liderar nada», ha insistido reiteradamente Casal, ni «ser un obstáculo». «Queremos tener un perfil bajo para que nadie tenga sospechas de que vamos a estar por ahí detrás... que no se piense que esto es una argucia para seguir vehiculizando lo que pueda pasar», ha remarcado.
En Marea queda reducida a su mínima expresión : sin «funcionamiento estructuralmente político proactivo», se disuelve la coordinadora, cesan los portavoces y se mantiene únicamente el consello, que se encargará de esa labor de acompañamiento y «colaboración» anticipada por Casal, quien ha explicado que la formación, ya «sin representación institucional», brindará su experiencia y su apoyo y «patrimonio», «tanto material como inmaterial».
Pleno extraordinario
En el plenario extraordinario de este sábado se ha debatido la tesis política «En Marea después de las elecciones de julio de 2020». En dicho documento se consigna tal calificativo, «pésimos», para referirse a los resultados cosechados el 12-J, que dejaron a la formación en una situación, se constata, de «enorme debilidad». «Debemos enfrentarnos a una profunda crisis política y organizativa », advierten, para matizar que no toca elaborar un texto programático o actualizar sus tesis, dado que En Marea se «ratifica» en su programa y también en las bases ideológico-políticas que aprobaron en el plenario de julio de 2019.
El documento hace balance del periplo del rupturismo gallego durante los últimos años, reiterando el lamento porque, a pesar del resultado en las autonómicas de 2016, que les aupó a primera fuerza de la oposición, «enseguida surgirían las discrepancias y los problemas de ámbito interno que nos harían entrar en una espiral autodestructiva». No se menciona a Podemos y sus injerencias, pero se apunta al «irresponsable comportamiento de aquellas organizaciones que impulsaron el proyecto» y que trataron de «patrimonializar» el proyecto instrumental «en consonancia con sus intereses partidarios».
«La oportunidad de cambio (...) para las elecciones gallegos de 2020 se esfumaba a una velocidad de vértigo a causa de actitudes sectarias, izquierdismos infantiles y una imperdonable falta de madurez política por parte de las élites de los partidos que formaban parte esencial de En Marea», se expone. El resultado es conocido: una «agónica fractura en la que Podemos, EU-IU, Anova y algunas Mareas locales emprendía su camino como simple coalición electoral al margen de En Marea».
Por ese camino quedaba el magistrado Luís Villares . Quien fuera portavoz de En Marea tiraba la toalla el pasado mes de febrero, cuando anunciaba que dejaba la política. Atrás quedaban largos meses de desgaste, que incluso se saldaron con el cisma en el grupo parlamentario: Villares acabó con un puñado de fieles en el Grupo Mixto, y el resto, en el Grupo Común da Esquerda. Negro presagio para el espacio rupturista de cara a las autonómicas. Las urnas así lo confirmaron. Las consecuencias de estas desavenencias fueron «letales» para todos, plasma la tesis que este sábado se debate en Teo. La coalición encabezada por Antón Gómez-Reino como cabeza visible de Podemos también se estrellaba: cero escaños.
Hay cierta autocrítica por parte de En Marea en el documento, al asumir «falta de capacidad para madurar un proyecto político» una vez constatada la ruptura ante el 12-J, así como incapacidad para «articular una estructura territorial» que les diera solidez. Y no faltan los tirones de orejas al BNG, a quien se reprocha su «tradicional visión exclusivista y excluyente», que hizo imposible una confluencia de izquierdas. Para En Marea, actualmente « resulta absolutamente imposible llegar a acuerdos» para conformar una «alternativa» en condiciones de «poner en cuestión la hegemonía de la derecha» en Galicia.
Necesarios, ¿pero viables?
A partir de aquí, en el documento «En Marea, después de las elecciones de julio de 2020» se postula que «la senda política (...) sigue estando absolutamente vigente y no existe en este momento ninguna organización que ocupe ese espacio». Y añaden que su organización «será muy necesaria en los difíciles momentos que se avecinan». Desgranan los motivos por los que se siguen viendo necesarios, pero a renglón seguido avisan: « Una cosa es la necesidad de esta organización y otra su viabilidad ». «Sin apoyo popular solo podemos confiar en la energía organizativa con la que contamos para la travesía que tenemos por delante».
«Recomponer el espacio político precisará constancia, tiempo y humildad ». Casi tres años hasta las próximas elecciones, las municipales, salvo adelanto. Una larga travesía, en efecto. Se aprecia como «imprescindible» el «protagonismo de las mareas municipales (...) en esta reconstrucción» y se anticipa como «reto inmediato (...) establecer una comunicación efectiva con todas las mareas y buscar fórmulas de colaboración».
Noticias relacionadas