Tribunales

La mano derecha del líder de los «miguelianos» niega los abusos

Critica a las familias que destaparon lo que estaba pasando en el seno de la orden

Miguel Rosendo, durante la sesión celebrada este martes en la Audiencia de Pontevedra EFE

P. Abet

El juicio por los presuntos abusos a los que el líder de Orden y Mandato habría sometido a algunas de la consagradas durante años se retomó ayer con la declaración exculpatoria de la considerada mano derecha de Miguel Rosendo. En una dilatado interrogatorio, la «bastón» Iria Quiñones reiteró en varias ocasiones que ella nunca se sintió «subyugada» dentro de la supuesta secta y que todas las amenazas y coacciones que se le imputan a Rosendo se limitaron a «broncas normales dentro de una familia y de la convivencia estrecha que manteníamos» . En el extremo opuesto de la declaración de la pseudomonja que el pasado viernes señaló a Rosendo como ideador de abusos sexuales grupales en la conocida como «casa madre», Quiñones manifestó que «para mí eso es tan incomprensible y loco que he decidido vivir de lo que veo, no de lo que dicen los demás». Ahondando en las supuestas agresiones sexuales, Quiñones admitió que sí escuchó el término «trabajo» (que su compañera conectó con las violaciones), pero explicó que se referían a «consultas de herboristería». «A mí nadie me impuso nada; no tengo conciencia de hacer nada sin querer hacerlo» , remarcó para ahondar en que no tuvo relaciones «ni consentidas ni no consentidas con Rosendo», sostuvo ante las preguntas del tribunal de la Audiencia de Pontevedra.

Quiñones también fue interpelada acerca de uno de los episodios denunciados por el fiscal del caso, que la acusa de encerrar a una de las afines a la orden en una de las habitaciones de la casa de Mougás. Lejos de negar esta afirmación, la acusada explicó que la cerró bajo llave en la biblioteca porque la encontró «rajándose con una cuchilla» e incluso «tomando pastillas». Sobre esa jornada concreta, Quiñones indicó que la encerró porque la mujer sufrió «un brote» y ella no podía atenderla.

Con el mismo énfasis con el que desmintió los abusos que una de sus excompañeras relató el viernes durante más de cuatro horas, Iria Quiñones también negó los insultos y amenazas que se han puesto en boca de Miguel Rosendo a la largo de esta vista oral. «En alguna ocasión sí lo escuché decir maricón, pero no con connotación sexual sino como persona calzonazos», manifestó. Acerca del cambio de versión de la consagrada que desveló los abusos, la que fue mano derecha de Rosendo consideró que estas acusaciones «no tienen base racional» y llegó a deslizar que el cambio surgió después de que su marido, tesorero de la orden, temiese que lo encarcelasen.

Contra sus padres

La declarante también afeó ayer a los padres que denunciaron el caso públicamente y que ahora constituyen la acusación particular de haber dicho «mentiras» como que «se trataba mal a sus hijas o no se les daba de comer». «Cuando mi padre oyó a alguien decir algo malo de Rosendo vio el cielo abierto» , reveló ante el tribunal. Sobre su caso concreto, Quiñones relató que las relaciones se rompieron en 2016 cuando «entendí que era mejor no verlos que verlos cada tres meses para discutir». Pero volvió a exculpar a Rosendo: «Miguel nunca me enseñó a no quererlos, pero yo llegué a un límite».

El juicio por el que Rosendo se enfrenta a una petición de 66 años de prisión se retomará hoy con la declaración del resto de acusados. Sobre los tiempos que se manejan, una de las abogadas de la defensa indicó ayer que, «si se sigue a este ritmo —con declaraciones de cuatro horas—, las 13 jornadas previstas inicialmente no van a llegar».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación