Luis Ojea - LA SEMANA
Nos vemos en los bares
Este Gobierno es capaz de afirmar una cosa y su contraria sin solución de continuidad
Ha llegado la hora de reconocerlo sin ambages. En el gobierno PSOE-Podemos hay una inusual concentración de radicales . Teresa Ribera, encargada de pilotar el proceso de desconfinamiento en este país, ha publicado esta semana en su cuenta de Twitter: «Reconforta ver La Castellana llena de bicis y sus bulevares de ciudadanos caminando, corriendo o paseando al perro», Tengo serias dudas de que los familiares de las más de 25.000 víctimas reconocidas de la Covid-19 —seguramente la cifra real sea bastante superior a la registrada oficialmente— se sientan reconfortadas por la estampa que emociona a la vicepresidenta. Podríamos haber imaginado que le han hackeado la cuenta y ese mensaje en realidad no era suyo si no fuese porque hace unos días —tras las quejas de los empresarios de hostelería y comercio abocados a una apertura a pérdidas por las restricciones en la desescalada— demostró el nivel de su empatía afirmando de viva voz: «Quien no se sienta cómodo, que no abra». No sería extraño llegados a este punto que algún ciudadano se sintiese tentado a pensar que la ministra encargada de la transición ecológica no se siente precisamente incómoda al ver al país y su industria paralizados y que le importa más la capa de ozono que el empleo de varios millones de personas.
Radicales e inconscientes. Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, tras los datos del paro publicados esta semana: «En abril se han reconocido 3.333.700 nuevas prestaciones, alcanzando un total de 5.197.451 prestaciones pagadas, cifra histórica que revela el incremento de la protección social, articulada por este Gobierno». Resulta indecente alardear de nada cuando tenemos sobre la mesa la peor cifra de destrucción de empleo en un mes de abril de toda la serie histórica. Eso sí, es de agradecer que esta vez al menos decidiese no aparecer en televisión sonriendo mientras explicaba los datos de desempleo de marzo —otros 300.000 parados más— y las ventajas de los ERTE. Esa es otra historia, «la protección social articulada por este Gobierno». No, este mecanismo no fue inventado por este gobierno. En realidad, fue una de las novedades incorporadas por la denostada reforma laboral impulsada por Fátima Báñez en 2012 . Sí, esa reforma laboral que tanto criticaba el partido de Díaz y que la propia ministra se comprometió a derogar. Ante tal circunstancia, a los ciudadanos les quedan dos hipótesis con las que operar. O es una demagoga o una inconsciente que ni siquiera sabe lo que dice.
Radicales, inconscientes y sectarios. Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos en el Congreso: «Cuando Pablo Casado amenaza con no apoyar el estado de alarma, está amenazando con provocar un rebrote, el colapso del sistema sanitario y miles de muertos». Varias preguntas. Uno, cuando dice que el confinamiento salva vidas, ¿está Echenique reconociendo que el Gobierno no evitó cientos o miles de muertes en este país al desoír las alertas internacionales y permitir grandes aglomeraciones —partidos de fútbol, manifestaciones o conciertos—el fin de semana del 8 de marzo? Segundo, ¿por qué el PP sería responsable de esas muertes y no lo serían en cambio los socios parlamentarios de este gobierno que se han abstenido o votado en contra de la prórroga del Estado de Alarma? Tercero, ¿no fue su jefe de filas, Pablo Iglesias, quien afirmó hace una semana en la tribuna del Congreso que «es miserable utilizar la muerte para hacer política»? Claro que el mismo Iglesias hace unos años decía que «debemos politizar el dolor».
Ese es el drama. Que este Gobierno es capaz de afirmar una cosa y su contraria sin solución de continuidad. Resulta difícil imaginarse en cualquier otro colectivo o grupo humano la concentración de radicalidad, inconsciencia y sectarismo que se detecta en el ejecutivo de Sánchez e Iglesias. Por su incompetencia llegamos tarde, muy tarde, a la toma de decisiones para frenar la expansión del coronavirus. Por su imprevisión continua y errática gestión de la catástrofe la crisis económica tendrá una magnitud y una duración mayores que en otros países de nuestro contorno. Y, ahora, por su ineptitud e imprudencia vamos a equivocarnos también en la desescalada.