Luis Ojea - La Semana
El trumpismo después de Trump
Aunque finjan lo contrario, hay mucho del ideario de Trump en el discurso público y la ideología del BNG, Podemos y el actual PSOE
Donald Trump perdió las elecciones en Estados Unidos, pero el trumpismo no termina con su marcha de la Casa Blanca. Ni siquiera el magnate neoyorkino era, en puridad, el personaje más trumpista de la escena política global . En realidad, estamos ante un fenómeno que va mucho más allá del personaje que inspiró su identificación. Es una categoría en la política del siglo XXI, además de una de las patologías más peligrosas a las que se enfrenta la democracia.
Sí, en enero Biden se hará cargo de la presidencia de Estados Unidos, pero el trumpismo continuará instalado en ese país -más de 70 millones de personas han hecho suya allí esa opción política- y en otros muchos Estados del planeta. A la izquierda le gusta señalar al brasileño Bolsonaro o a Vox en España, pero, en realidad, Trump ha sido un producto de la izquierda en el que se ha enredado la derecha.
De hecho, hay mucho trumpista cerca de nosotros. Desde Ana Pontón a Gonzalo Caballero en Galicia. Desde Pedro Sánchez a Pablo Iglesias a escala nacional. Aunque finjan lo contrario, hay mucho del ideario de Trump en el discurso público y la ideología del BNG, Podemos y el actual PSOE.
El Bloque. No hay nadie más trumpista que el nacionalismo gallego en la esfera económica. El «América first» no es más que la versión americana del proteccionismo que promueve Pontón. Ambos comparten una absoluta desconfianza hacia el comercio libre y global. Y ambos quieren instalar muros y fronteras. Uno en México y otra en el Padornelo.
Cambia el escenario, pero no la estrategia. Trump combatió a los medios de comunicación por señalar sus engaños al igual que Sánchez promueve en España un orwelliano Ministerio de la Verdad para tratar de tapar sus vergüenzas. U no y otro tienen el mismo respeto a la verdad: ninguno. Y, además, promueven un discurso público que busca la polarización de la sociedad.
Esa es la táctica. Y también la explicación del fenómeno. Trump y políticos como Pablo Iglesias necesitan para crecer una sociedad fracturada en la que sembrar desconfianza hacia las instituciones. El medio. Y todos los populismos, en ambas orillas del océano, pretenden erigir un nuevo régimen. El fin. U no y otro sienten poco o ningún respeto por la separación de poderes y muestran tics autoritarios. Dos ejemplos próximos: un gobierno que impone limitaciones a los derechos fundamentales durante medio año sin control parlamentario o el intento de asalto al CGPJ.
Las distintas versiones de la izquierda actual -gallega, española, europea o cualquier otra- comparten muchos de los valores en los que se asienta el trumpismo. Trump ha perdido, sí, pero su ideario pervive en partidos como el BNG, Podemos o el actual PSOE.