Luis Ojea - La semana

Reflexiones de una cuarentena nacional

La sensación que queda es la de un Ejecutivo central de respuesta lenta que tardó demasiado en entender la dimensión de la crisis

Es tiempo de acción. De anticiparse y no de vacilar. De afrontar la amenaza y no de titubeos. Las crisis, y más una como esta que nos ha tocado vivir, ponen a los gobernantes ante el espejo de la realidad. Aquí no valen operaciones de propaganda. La sociedad es plenamente consciente de la amenaza. Y de lo que cada uno ha hecho en su escala de responsabilidades.

Sin ser experto en salud pública y únicamente usando el sentido común se pueden llegar a una serie de conclusiones. Por ejemplo, quizás no fue una buena idea dejar que miles de personas se concentrasen el 8M en las plazas y calles de este país. Ni tampoco en estadios de fútbol. Sentido común. Solo eso. Un poquito de sentido común.

No hacía falta mucha imaginación. Solo fijarse en qué estaba pasando en Italia. Solo copiar las medidas restrictivas adoptadas en Wuhan o en Lombardía . Actuar con rapidez, con contundencia y sin titubeos. Y sí, se podía hacer. De hecho, en determinados niveles de la administración se hizo.

En Galicia, por ejemplo, la Xunta supo anticiparse . El presidente Feijóo se puso al frente del dispositivo de coordinación y se empezaron a adoptar decisiones. Con un nivel de expansión y contagio menor al que se estaba registrando en otras comunidades, aquí sí se supo reaccionar antes.

Algunos. Otros estaban en campaña electoral . Y fueron reacios a dejar el modo propaganda. Ahora se suman al consenso. Cuando esta crisis se haya superado quizás convendría analizar el papel de cada uno y lo que cada uno ha dicho y hecho estos días.

Ahora no es momento todavía. No es tiempo de partidismos. El sectarismo y los dogmatismos deberían quedar aparcados. Ahora es tiempo de escuchar a los expertos y científicos y seguir su criterio . Es tiempo de que los gobernantes actúen con proporcionalidad. Es tiempo de que los ciudadanos seamos responsables y nos quedemos en casa. Es tiempo de altura de miras.

En Galicia parece que lo estamos haciendo, que se ha afrontado con mesura y acierto la amenaza del COVID-19. También en la comunidad y el ayuntamiento de Madrid. Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida , al igual que Núñez Feijóo, alertaron de la magnitud de esta crisis y plantearon medidas. El Gobierno central anunciaba el viernes de la semana pasada que el sábado se reunía para tomarlas y que entrarían en vigor el domingo. Núñez Feijóo y Ayuso pidieron que se cerrasen las peluquerías, el Ministerio se negó y acabó dándose cuenta de que había que hacerlo. La comunidad de Madrid preparó un plan con Telepizza y Rodilla para repartir menús escolares, el Gobierno lo prohibió y acabó rectificando al percatarse de que era un error no permitirlo.

La sensación que queda es la de un Ejecutivo central que va por detrás de los acontecimientos . Que tardó demasiado en entender la dimensión de esta crisis sanitaria y que se ha movido con una lentitud exasperante. Y probablemente tampoco sepan ser audaces en el manejo de la crisis económica que se nos viene encima.

Es dramático que tras un consejo de ministros de siete horas no se aprobase el fin de semana pasado ninguna medida en materia económica. Es grotesco que la inacción se deba a las fricciones en el seno del bipartito. En una situación como esta lo que la sociedad espera y necesita es un Gobierno que sepa reaccionar al desafío con firmeza y determinación, no un ejecutivo dividido que se entretenga en sus discrepancias internas .

El tiempo pone a cada uno en su sitio. Ahora es tiempo de acción. Cuando hayamos derrotado al coronavirus llegará el momento de evaluar lo que cada uno en su nivel de responsabilidad ha hecho . Y no parece, desgraciadamente, que todos estén aprobando el examen.

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