Luis Ojea - CUADERNO DE VIAJE
Pandemia, año I
El drama es que más allá de los malabarismos filibusteros de Sánchez las consecuencias de esta crisis van a perdurar mucho tiempo.
Hace unos años Gregorio Morán trazaba en «El cura y los mandarines» un despiadado retrato de las generaciones que convivieron y se sucedieron al frente de la intelligentsia de este país en el final del franquismo, la transición y los primeros años de democracia. En ese fresco hay tantas altas dosis de ambición desmedida como de mediocridad y falta de ética y pudor. Algunas escenas descritas y no pocos de los personajes que las protagonizan son delirio puro. De una graduación menor, en todo caso, al producto que ha destilado el último año el gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Un año. 14 de marzo de 2020, el Gobierno decretaba el Estado de Alarma para hacer frente al coronavirus. Aquel día Sánchez se declaró la «autoridad competente». Otro de sus falaces juegos de palabras. La falta de competencia de su equipo fue precisamente la que provocó que llegásemos tarde a aquella primera ola. Y de la autoridad se quiso deshacer ya en la segunda . De hecho, en la tercera ni estuvo ni nadie en realidad lo esperaba. Hacía tiempo para entonces que el responsable máximo del poder ejecutivo de este país ni sabía ni contestaba.
Dicen algunos que se entretienen interpretando sus movimientos que se reserva para los titulares derivados de los presuntos éxitos de la llegada de fondos europeos y la expansión de la campaña de vacunación. El relato. Las comunidades autónomas son responsables de la gestión de fallecidos y contagiados y de la crisis económica provocada por los cierres sanitarios y él es el líder de la recuperación y la salvación. La verdad es que como relato es muy flojo, demasiado maniqueo . Se parece al argumento que podría trazar cualquier mal escritor de cuentos infantiles.
Esa puede ser la cuestión. Que en la Moncloa crean que la sociedad está compuesta de adultos que no han superado la edad infantil. El problema es que se ve fácilmente el truco. Por ello el equipo de propaganda monclovita necesita embarrar el terreno de juego, crear cortinas de humo que enfoquen la atención del público hacia cualquier otro actor. Una efímera crisis de confianza en sus socios de Podemos , unas elecciones en Cataluña que consoliden a sus socios independentistas o una frustrada moción de censura en Murcia aprovechándose de la falta de principios de Ciudadanos. Cualquier cosa con la que entretener a los espectadores.
El drama es que más allá de los malabarismos filibusteros de Sánchez las consecuencias de esta crisis van a perdurar mucho tiempo. Y quizás llegue un día en que ya no encuentre más conejos en la chistera que hagan olvidar que hace justo hoy un año él mismo se proclamó como «autoridad competente» para gestionar la pandemia.