Luis Ojea - LA SEMANA

El nuevo tablero político tras el 10-N

El pacto del PSOE con Podemos condiciona el escenario político de Galicia de cara a las autonómicas

En la vida, y más en la política, un año es mucho tiempo. Más aún en esta era acelerada en la que vivimos. Sí, en 24 horas Pedro Sánchez cambió por enésima vez de disfraz y se fundió en un abrazo con su más íntimo enemigo . Sí, en los meses que queden para que se convoquen las elecciones autonómicas en Galicia pueden pasar muchas otras cosas. Pero tras lo sucedido en los últimos siete días tenemos ya sobre la mesa en lo sustantivo el tablero en el que se van a jugar esos comicios. La izquierda se ha quitado la careta y ha mostrado a qué está dispuesta. La decisión de Pedro Sánchez de llevar al rupturismo a la mesa del Consejo de Ministros no resultará inocua. Tampoco su disposición a arrodillarse ante el separatismo catalán y vasco. Los comicios gallegos se disputarán en un contexto de creciente crisis institucional y máxima polarización social y muy probablemente en un escenario de recesión económica.

Además, el pacto entre Sánchez e Iglesias condicionará el margen de movimientos de los actores en la escena autonómica. Ya no queda duda. Votar al socialismo gallego implicará abrirle la puerta de San Caetano al Bloque Nacionalista Galego y al populismo. La izquierda concurrirá a esas elecciones en pack. La alternativa al Partido Popular será una coalición a tres. Y ello puede alejar del PSdeG a una parte no poco significativa de su electorado que ya se bajó del barco tras la experiencia del bipartito.

Una tercera consecuencia directa de esa entente radical de cara a las autonómicas gallegas. El pacto en Madrid deja presos a Gonzalo Caballero y a la otra izquierda . Caballero nunca fue capaz de hilvanar un discurso propio. Fio su destino al de Pedro Sánchez y se limitó a bendecir todas sus ocurrencias y majaderías. Pero ahora también quedarán atados el Bloque y el rupturismo. Todos serán cómplices de las imprudencias y negligencias que broten de la Moncloa. Entre todos llevarán al líder socialista a la Presidencia del Gobierno. Y todos serán corresponsables de sus decisiones. Si Alcoa o la térmica de As Pontes cierran. Si gripa la automoción. Si la desaceleración se convierte en crisis. Si el paro empieza a crecer. Si el AVE no llega para el Xacobeo. La izquierda gallega en su conjunto queda atrapada en el relato que construyan los rasputines de Ferraz.

Ese pacto deja abierto el campo de juego para el centroderecha. Con Caballero, los populistas y Pontón presos de los intereses de Sánchez, el PP será quien pueda capitalizar la oposición frente a los agravios del Gobierno Central. Que los habrá. Resulta impepinable. El apoyo de los independentistas catalanes y vascos no saldrá gratis. Esquerra, Bildu y el PNV tendrán al PSOE secuestrado. Y el PSOE les dará todo lo que pidan. A costa, claro, de otros territorios como Galicia.

Este nuevo escenario político le permite a Alberto Núñez Feijóo ensanchar su base electoral en el centro. Más si cabe ahora tras el descalabro de Ciudadanos. Esa es otra de las claves del resultado del 10N de cara a las próximas autonómicas. El PPdeG queda como única alternativa en la centralidad. El partido de Rivera ha perdido en los últimos seis meses unos 121.000 votos. Algunos habrán emigrado temporalmente a otras formaciones. Otros se habrán quedado en la abstención. Todos, ante el nuevo escenario que se abre, pueden acabar concentrándose en el Partido Popular de Galicia.

Ese va a ser un factor determinante en los próximos comicios gallegos. La concentración del centroderecha frente a la izquierda radical. El domingo pasado ese electorado dispersó su voto y como consecuencia de ello las 178.000 papeletas que sumaron Vox y Ciudadanos en Galicia no se tradujeron en escaño . Esa frustración de hoy puede ser la mejor vacuna mañana frente a la división del voto en futuras elecciones.

De una u otra manera, los resultados del 10N y el posterior pacto del PSOE con Podemos condiciona inexorablemente el escenario político en Galicia de cara a las autonómicas. El panorama ha cambiado. Queda mucho, sí, pero el tablero ya está sobre la mesa.

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