Luis Ojea - La semana

Una legislatura para la reconstrucción

Ojalá el nuevo gobierno de Feijóo sepa encontrar la combinación de audacia, prudencia y sensatez para paliar los efectos de este Gobierno catastrófico

Parece aún lejano el momento en que podamos despertarnos definitivamente de la pesadilla que ha sido, es y todavía será durante un tiempo la Covid-19. Cuando lo hagamos, nos habrá quedado un país devastado por el impacto económico y social –España es, tras el Reino Unido, el estado con mayor caída del PIB de la OCDE– provocado por una catastrófica gestión primero y una frívola inacción después del gobierno de Pedro Sánchez. Ese es el escenario en el que arranca la nueva legislatura autonómica, una legislatura para superar la crisis sanitaria y encauzar la reconstrucción económica.

Para esa tarea han confiado los gallegos en Alberto Núñez Feijóo. Tiene experiencia en la gestión de crisis –con él al timón navegamos y dejamos atrás la Gran Recesión– y la estabilidad que ofrece una mayoría holgada en el Parlamento –reforzada tras las elecciones de julio–. Son fortalezas importantes en situaciones de este tipo, sí, pero Galicia, no nos engañemos, se va a ver directamente afectada por la ineptitud, arrogancia y fariseísmo del Gobierno central .

Un ejemplo. A unos días del comienzo del curso escolar la ministra de esta área y la portavoz del ejecutivo –Isabel Celaá y María Jesús Montero– se enteran por la prensa –una entrevista de Pablo Iglesias– de las hipotéticas soluciones en las que aseguran estar trabajando otros departamentos –Trabajo y Seguridad Social– para padres con hijos que deben permanecer en cuarentena aunque no hayan dado positivo. Una problemática de la que lleva semanas advirtiéndose. Una normativa para afrontarla que sería competencia exclusiva de la administración central. Minucias. Que todo el mundo esté tranquilo, si la vuelta al cole resulta caótica será culpa de las comunidades autónomas, nunca de la improvisación irresponsable de la Moncloa que durante meses, meses perdidos, se ha cruzado de brazos.

Solo es un ejemplo. Uno de muchos. Sánchez exige el apoyo acrítico de todos a su proyecto de presupuestos del que no ha publicitado ni una sola idea , prioridad u orientación estratégica –lo que sugiere que no hay más plan que su supervivencia política–. El Sánchez que en julio llamaba a no dejarnos atenazar por el miedo -«hay que salir a la calle, disfrutar de la nueva normalidad y recuperar la economía»– y que en septiembre descarga cualquier responsabilidad –«ha habido una serie de relajamientos por parte de la ciudadanía». La culpa siempre será de los demás.

Con ese lastre tendremos que salir a jugar el partido. El reto no es menor. Ojalá el nuevo gobierno de Feijóo sepa encontrar la combinación de audacia, prudencia y sensatez para paliar los efectos de este Gobierno catastrófico y esta pueda, en efecto, ser la legislatura de la reconstrucción.

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