Luis Ojea - La Semana
Cuestión de prioridades
El gabinete de Pedro Sánchez ha demostrado que entre sus prioridades no está Galicia
Tres semanas, apenas tres semanas, han servido para retratar a la izquierda de este país. Hace 20 días tomaban posesión los nuevos ministros del bipartito PSOE-Podemos . En menos de un mes ya sabemos sin ningún género de duda qué podemos esperar de este Gobierno y de las franquicias gallegas de los partidos que lo sustentan.
Todo es cuestión de prioridades. Y este gabinete ha demostrado ya que entre las suyas no está Galicia. A esta Comunidad le birla 370 millones de euros , le niega un estatuto para la industria electrointensiva del que dependen 5.000 empleos o le atrasa la llegada del AVE sin siquiera molestarse en justificarlo . Entretanto, el presidente de ese Ejecutivo se postra ante el independentismo catalán y acepta reunirse en Barcelona esta próxima semana con Quim Torra, condenado por desobediencia y ya sin escaño en el Parlamento autonómico.
Y mientras todo esto sucede, ¿qué hace y dice la izquierda gallega? Unos poco y otros nada. Unos fingen un cierto enojo, tampoco demasiado, por los agravios a la Comunidad que dicen defender y otros ni siquiera disimulan y se limitan a reproducir los argumentarios que distribuye el gabinete de propaganda de La Moncloa. Todos, tirios y troyanos, han quedado retratados.
Sí, todo es cuestión de prioridades. Y el líder del PSdeG ha evidenciado que entre las suyas no está defender los intereses de Galicia. Gonzalo Caballero prefiere no incomodar a Pedro Sánchez. Otros líderes autonómicos socialistas priman otras cosas. García-Page le ha dado una semana al Gobierno para pagar la deuda del IVA o le llevará a los tribunales. Fernández Vara ha pedido una reunión a Trabajo para analizar el impacto de la subida del SMI en el empleo agrario tras los últimos datos de paro. Y Lambán ha criticado que la dirección de su partido se haya dejado seducir por los «nacionalismos irredentos». Otros líderes autonómicos y también otras voces en el PSdeG, como en La Coruña y Lugo. Caballero no, Caballero calla. Incluso cuando María Jesús Montero se ríe de Galicia al afirmar que las comunidades que exigen lo que es suyo «fomentan el España nos roba». Sí, la ministra que se negó durante año y medio a transferir esos 2.500 millones a las autonomías y ahora dice que prescribió el plazo.
Pero todavía es más delirante la posición de Podemos o el BNG . El Podemos que se sienta con Montero en el Consejo de Ministros es el mismo Podemos que pide que se pague la deuda. Y el Bloque que hace menos de un mes regaló su voto en el Congreso al PSOE para garantizar la investidura de Pedro Sánchez y se olvidó de exigir a cambio que el nuevo Gobierno abonase su deuda con Galicia es el mismo Bloque que ahora simula irritarse por la negativa del bipartito a pagar ese dinero e incluso se permite reclamar a la Xunta que lleve el caso a los tribunales. Sí, lo que proponen es denunciar al gabinete que ese partido aupó y sostiene.
No nos engañemos. Todo es cuestión de prioridades. Las de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias están claras desde el mismo momento de la constitución de su Gobierno . Saben, sabían desde el principio, que no van a poder sacar nada adelante sin el apoyo del independentismo catalán y vasco y están dispuestos a arrodillarse las veces que haga falta para mantenerse en el poder. Ese Ejecutivo ha nacido preso, cautivo de los votos de ERC y Bildu . Pero esa coalición arrastra también a sus franquicias en las distintas comunidades agraviadas y a sus socios menores.
La izquierda gallega está quedando retratada. Todos —PSdeG, En Común y BNG— podían levantar la voz, denunciar las afrentas a esta Comunidad y reivindicar lo que le corresponde a este territorio. En otras autonomías está ocurriendo. García-Page, Vara y Lambán lo están haciendo. Pero aquí los líderes gallegos de la izquierda, tirios y troyanos, han calculado —un error tan garrafal como incomprensible— que le sacarán más rentabilidad a apoyar y justificar al Gobierno Frankenstein. Y con ello han unido su destino al de ese bipartito, aun a costa de traicionarse a sí mismos y vivir presos de los intereses y ocurrencias de Sánchez e Iglesias para contentar a Junqueras y Otegi.