Luis Ojea - La semana
Las cosas de comer
Miles de empleos en Galicia están en peligro fruto de políticas equivocadas, pero la izquierda está en otros asuntos, en el postureo progre
La izquierda de este país tiene por costumbre enredarse en asuntos de nula utilidad y dudosa moralidad. Cada semana suman un episodio nuevo de delirio. Su actitud ante el discurso del Rey en la sesión de apertura de la legislatura puede servir de ejemplo. Impostura progre y postureo rancio. Lo que no está entre sus prioridades, ni va a estar nunca, son las cosas de comer . Sus soflamas antimonárquicas no resuelven el problema capital de este país. Podemos engañarnos todo lo que queramos, pero España va directa hacia una nueva crisis económica.
Ese es el verdadero drama al que deberíamos prestar toda la atención. Los datos del paro publicados esta semana despejan cualquier duda que pudiera quedar. Se está acelerando la desaceleración. En enero se perdieron 244.000 puestos de trabajo, la mayor caída desde 2013. Todos los sectores destruyen empleo. El agrario, donde tiene mayor impacto el factor trabajo, destruye empleo a un ritmo 15 veces mayor al habitual. Menos empleo implica una reducción de la demanda. Y a partir de ahí el clásico efecto dominó. Esta película desgraciadamente ya la conocemos . Estamos entrando en una nueva fase del ciclo.
Y en esta tesitura lo que toca es adoptar medidas que minimicen los efectos de la caída, pero el horizonte que muestra este gobierno va en el sentido contrario . La subida del SMI supondrá ya no solo una menor contratación sino despidos. Primero de economía. Ni siquiera los teóricos socialdemócratas lo niegan. Y además empujará al alza la inflación, reduciendo la capacidad adquisitiva, sobre todo de los segmentos de la población con menor renta disponible. Esto es, la medida populista del gobierno populista aboca al país a una mayor desaceleración castigando sobre todo a las rentas bajas a las que dice querer proteger. Fantástico.
En esto deberíamos estar. Es un debate crucial. Abaratar o encarecer el factor trabajo y flexibilizar o no las relaciones laborales son elementos sustantivos en la definición de la competitividad de un país. Al igual que lo es la orientación que se escoja para la política industrial. Y en este caso el Gobierno también ha tomado el camino errado . Lejos de adoptar una posición que combine un enfoque abstencionista de arbitraje con el necesario impulso de la actividad económica, la vicepresidencia de un mal entendido ecologismo opta por decisiones radicales fruto de un dogmatismo sectario. Ya nos hemos despedido antes que nadie de las térmicas. Ahora está limpiando el Noroeste de cualquier vestigio que quedaba de la industria del aluminio. Y empieza a amenazar ya las instalaciones vinculada al mar en la costa. Quizás la siguiente víctima sea el sector de la automoción. Ribera no tiene límites.
Miles de empleos en Galicia están en peligro fruto de estas políticas equivocadas. Esas son las cosas de comer. Pero la izquierda de este país está en otros asuntos. En el postureo progre . En despreciar el alegato a favor de la concordia y el Estado de Derecho pronunciado por el Rey ante los diputados y senadores. Uno, Néstor Rego, prefirió compartir palestra con Bildu y Esquerra. Otro, Gómez Reino, permaneció sentado, aunque sabemos que no hubiese tenido problemas en levantarse y aplaudir si el dedo de Pablo Iglesias lo hubiese situado en el banco azul como ocurrió con Yolanda Díaz. En ese espacio político está claro que los principios son negociables. Muy marxista. De Groucho. «Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros».
Sí, la izquierda ha hecho del actor y humorista neoyorquino su gurú. Están empeñados en convertir la política, como él planteó, en «el arte de buscar problemas, encontrarlos en cualquier parte, diagnosticarlos incorrectamente y aplicar los remedios equivocados». Impostura, toda la del mundo y más. Ocuparse de las cosas de comer, no . Eso nunca ha ido con el socialismo, el rupturismo y el nacionalismo gallego.