Luis Ojea - LA SEMANA
Una burda carnavalada
Una burda carnavalada. Y patentemente fallida. El pretendido aggiornamento del BNG es puro postureo . La invasión rusa de Ucrania ha vuelto a romper las costuras del disfraz confeccionado por el equipo de marketing de Ana Pontón. No es la primera vez y probablemente no será la última porque, más allá de imposturas, el Bloque sigue siendo lo que siempre ha sido: un partido anclado al pasado y preso de un dogma fracasado.
Lo único novedoso de la falsa pantomima de su renovación es que ha permitido entrever de nuevo, tras años de férrea disciplina, las coordenadas en las que se mueve su debate interno. Esta película no va en todo caso de divergencias sobre el prontuario ideológico. Los que discrepaban se marcharon o fueron purgados hace tiempo. La función en realidad va de cómo colocar la mercancía averiada de siempre fingiendo que es un producto actualizado.
Ese es el plan de Pontón. No pretende modificar ni un ápice de los postulados de la organización. Solo aplicarle varias capas de maquillaje. Pero el plan falla cada vez que el debate público gira hacia alguno de los viejos mitos del nacionalismo gallego. Hay asuntos en los que la vieja guardia no permite la más mínima cesión. Ni siquiera por salvar las apariencias.
Ocurrió hace unos meses cuando la portavoz nacional pretendía fingir que el BNG no era independentista, sino soberanista . No tardó entonces Néstor Rego en proclamar desde la tribuna del Congreso que Galicia «será más pronto que tarde una república libre y soberana». No, el diputado no es un verso libre. Es el secretario general de la UPG, la organización mayoritaria en la ejecutiva del Bloque. Blanco y en botella. Primer aviso: los «coroneles» le dejaban claro a Ana Pontón que hay cosas con las que no se juega.
La segunda llegó estos días a cuenta de la invasión rusa de Ucrania. El comunicado del BNG a las pocas horas del inicio de la guerra ya evidenciaba lo que hay. En ese texto no aparecen Rusia ni Putin. Ni una sola mención. Pontón intentó matizar el discurso después, pero Rego no tardó en volver a dejar claros desde la tribuna del Congreso los parámetros en los que se mueve el Bloque exigiendo a la OTAN «disolverse y desaparecer». El viejo catecismo.
Por eso vetaron esta semana en el Hórreo la declaración institucional que pactaran PP y PSOE sobre la guerra. Porque el BNG sigue siendo lo que siempre fue. Porque el disfraz confeccionado por Ana Pontón es solo eso, un disfraz . Porque su obediencia como apparatchik a los coroneles nunca ha estado en cuestión. Y porque la careta se cae a poco que el debate se aproxime a alguno de los viejos mitos de su universo ideológico.
Todo ello demuestra que nunca ha estado sobre la mesa una renovación o actualización del Bloque. Lo único que en realidad ha planteado la portavoz nacional de la organización es un lavado de cara. Un ligero retoque de la estrategia. Ninguna revolución, ni siquiera un amago de evolución. Apenas una nueva capa de maquillaje. Edulcorar el tono para aparentar que la misma mercancía caducada de siempre es distinta. Difuminar la retórica clásica de la organización para disimular que en realidad su programa político no ha variado un ápice.
Esa es la clave del plan de Pontón. Fingir que algo está cambiando en el BNG sin que nada cambie . Puro gatopardismo. Un plan sin fisuras que salta por los aires en cuanto el debate político toca tangencialmente alguno de los dogmas sagrados. Entonces sale Rego a fijar doctrina, a recordar que hay límites que la U no va a permitir que se traspasen. A evidenciar que la portavoz del frente es su cartel electoral, pero no su líder. A constatar que su discurso es pura farsa. Y a confirmar que no hay perestroika alguna en la organización, que el Bloque sigue siendo lo que siempre fue.