Luis Ojea - LA SEMANA
La alternativa Frankenstein
En las autonómicas habrá dos opciones: Feijóo o toda la izquierda, la nueva, la vieja y la disfrazada de liberal
El PSOE que negoció con Gonzalo Pérez Jácome cómo iban a repartirse cargos en Orense es el mismo PSOE que ahora sin pudor alguno cuestiona la alianza entre PP y Democracia Ourensana que permitió este viernes a Manuel Baltar repetir como presidente de la Diputación. Es un caso para reflexionar. No por la demagogia que denota. El cinismo es marca de la casa en la dirigencia socialista. Lo sustantivo es la alternativa que pretendía fraguar frente al PP para controlar el ente provincial. Alternativa en la que, por activa o por pasiva, tendrían que asociarse el socialismo, el populismo, el nacionalismo independentista y los presuntos centristas españolistas. Y todos, tirios y troyanos, estaban dispuestos a dar el paso. Esa es una de las lecciones esenciales del 26M de cara al próximo curso político. En las autonómicas solo habrá dos opciones . O una mayoría de los populares , con la hoja de ruta presentada la semana pasada por Feijóo para la próxima década, o una alternativa Frankenstein de toda la izquierda, la vieja, la nueva y la disfrazada de liberal.
Resulta pintoresco imaginarse cómo escenificarían su integración en esa entente los socios de En Marea que rompieron su propia confluencia. Porque, no conviene obviarlo, para que la operación sea factible serían necesarias en la ecuación todas las facciones del rupturism o. Esas que estos días discuten los términos de su divorcio mientras cruzan acusaciones de grueso calibre. Una función esperpéntica que llevan preparando desde el minuto siguiente a la constitución de esa organización política. El momento en que Podemos comprendió que Pablo Iglesias no podría controlar el juguete con mando a distancia desde Madrid. Por eso la formación morada, con la complicidad de Martiño Noriega, Xosé Manuel Beiras y Xulio Ferreiro, ha dinamitado el partido instrumental y va a impulsar ahora un nuevo chiringuito fuera de En Marea. Eso es lo más delirante de la situación. Que si esta izquierda atomizada y enfrentada quiere desbancar al PP de Monte Pío tiene que reunir para el asalto a todos sus clanes . Facciones que son incompatibles entre sí. No tienen reparos en demostrar que se desprecian, pero tampoco, no nos engañemos, en sumar sus votos y articular cualquier cambalache para intentar que el centroderecha no gobierne. Se necesitan. Ciudadanos necesita al BNG, Yolanda Díaz a los villaristas y el PSdeG a todos ellos . Una alianza grotesca de toda la izquierda revuelta en el momento en que ese bloque político está más fragmentado.
Toda la izquierda. También el Partido Socialista está roto . No tanto como En Marea, eso es evidente, pero sí está internamente fracturado. Tanto como lo estaba hace seis meses o dos años. El portazo de Álvaro Santos vuelve a evidenciarlo. Gonzalo Caballero no ha sabido coser al partido. Ni siquiera en tiempos de bonanza . Ni siquiera a la sombra de los éxitos de Pedro Sánchez. El suyo es un liderazgo fallido. Arrodillado ante el virrey de Vigo, con La Coruña marcando cada vez más distancias con él y naufragado en Orense, busca enjuagues en la trastienda, como el de Lugo, para maquillar su debilidad. Una huida hacia ninguna parte. A la deriva y sin rumbo.
Es una patología común a toda la izquierda. También a la que se disfraza de liberal. El fracaso de Ciudadanos en las municipales ha sido rotundo. Presentaron lista en 71 concellos y no pasaron de 33 concejales en toda Galicia. Presos de su frustración por haber perdido el pulso, vetan al Partido Popular y pactan con la izquierda. En realidad, el partido de Rivera no ha sabido nunca qué quiere ser de mayor . Desayunan siendo progresistas de centro, toman el aperitivo pactando con Vox, se arrepienten y meriendan como socialdemócratas y se acuestan sin saber ni qué han hecho ni con quién. Se ha vuelto a evidenciar con la crisis interna desatada por los afines a Garicano y con la ruptura con Valls, tras haber reconocido implícitamente que hubiesen preferido a un alcalde de ERC en Barcelona. Y visto lo visto en Orense, no sería descabellado colegir que también en Galicia, llegado el caso, la formación naranja estaría dispuesta a facilitar un gobierno de PSdeG, rupturistas y Bloque.
Una alternativa Frankenstein. Se intentó ensayar para desbancar a Baltar. Tras fracasar, el experimento quedará ahora guardado en un cajón hasta el año que viene. Pero quedan ya pocas dudas de que unos y otros, llegado el momento, estarían dispuestos a llevarlo de la teoría a la práctica tras las próximas autonómicas si la aritmética electoral lo permite.