Radiografía del narcotráfico en Galicia
La lucha contra las rutas de la droga, a pie de puerto
En Marín recala cada semana un barco «caliente» procedente de Colombia. Así funcionan los controles para evitar que los narcos cuelen su mercancía
Cada jueves a las 7 de la mañana atraca en el puerto de Marín uno de los denominados «barcos calientes de la droga» . Se trata de un carguero proveniente de Colombia que transporta más de un millar de contenedores, entre ellos un centenar cargados con fruta que más tarde se distribuirá por toda España. Marín es el primer puerto europeo que este buque toca en su ruta , por lo que la alarma ante la posibilidad de que organizaciones de narcotraficantes colombianos intenten colar droga en él aprovechando la entrada de toneladas de mercancías de curso legal es máxima y persistente.
Noticias relacionadas
Los agentes dedicados a la lucha contra el narcotráfico en la Comunidad gallega reconocen que los contenedores son desde hace años una de las vías de entrada preferidas de los traficantes , que se valen del ingente volumen de entradas y de la capacidad de estos depósitos para camuflar su droga sin que sea descubierta. La técnica más habitual para introducir la cocaína en estos vagones se denomina «gancho ciego» (o «rip off») y consiste en aprovechar un momento del proceso comercial —a menudo en connivencia con enlaces de empresas intermedias— para colar la mercancía en un contenedor y recogerla a su llegada a puerto. Esta es la teoría, pero el incremento en los controles en los puertos ha provocado que los narcos agudicen sus técnicas hasta límites insospechados. Antes lo hacían de una manera burda, en simples mochilas . Ahora han demostrado que su imaginación no tiene límite.
Los escondites
Como ejemplo, los efectivos del Instituto Armado explican que se han encontrado droga como relleno de plátanos de plástico, en huecos vacíos del sistema de refrigeración de los contenedores o adosada a los bajos de los barcos, como una suerte de torpedos . A veces también han llegado a aprovechar el nido de abeja de los cartones que recubren los productos para disimularla e incluso las propias tapas. De ahí que cada vagón que llega a Marín con fruta (los que tienen más riesgo por su origen) sea registrado.
En total, en este puerto pontevedrés se comprueba el 75 por ciento de todos los contenedores que se descargan, unos 250 a la semana que en breve se duplicarán por la llegada de una nueva línea que hasta ahora operaba por Vigo. Para neutralizar la actividad de los narcotraficantes los efectivos de la Guardia Civil, mano a mano con Vigilancia Aduanera, deben afinar sus protocolos de actuación. «Siempre estamos dándole vueltas a la cabeza para evitar que eludan los controles. Siempre tratando de ir más allá », explican.
En el caso de los barcos de rutas calientes, estas cautelas son extremas. En cuanto el buque atraca, un agente se posiciona a pie de escalinata para supervisar cada entrada y cada salida . También controla movimientos extraños en las inmediaciones de la embarcación para descartar la vigilancia por parte de posibles contactos dentro del puerto. Sus tripulantes son registrados y, a menudo, los perros de la Guardia Civil revisan la cubierta, las zonas comunes de la embarcación, las habitaciones privadas e incluso la basura de los marineros y sus equipajes.
En la pista de la coca
El segundo control, y el más exhaustivo, se lleva a cabo en la terminal. Previamente a la llegada del barco, la unidad de Análisis de Riesgos del Instituto Armado elabora una lista con los contenedores más sospechosos , que serán abiertos in situ por los agentes para comprobar su contenido. «Hay que estar atentos a cualquier detalle. Una anomalía en el contenedor, un precinto manipulado, una etiqueta fuera de lo normal, un fallo en el sistema de frío... cualquier cosa puede ponernos sobre la pista», explican. Fue así como hace un año descubrieron un alijo de 60 kilos de cocaína escondida en los bajos de unas cajas de piña . «Nos llamó la atención una pequeña marca en la caja y ahí estaba la droga. Se la habían puesto para que el enlace supiese en qué palé tenía que buscar», revelan mientras recorren con mil ojos los contenedores que acaban de descargar.
El trabajo directo en un puerto con una ruta tan delicada no es sencillo ni rutinario, entre otros motivos, porque cada paso de los agentes puede ser espiado por los compinches de los narcos . Los efectivos de la Guardia Civil destinados en Marín saben que ellos también son objeto de vigilancia por parte de los enlaces de los clanes gallegos que, antes de arriesgarse a rescatar la cocaína, tratan de detectar vulnerabilidades en el control policial. «Nuestros cometido es que no haya fisuras, pero es complicado. Para que nos entendamos, es como si todos los camiones que cruzan el puente de Rande tuviesen que ser revisados», apuntan sabedores de que su reto es adelantar los narcos en esta carrera sin control.
En la magnitud de lo que se mueve en Marín radica la importancia de la Unidad de Análisis de Riesgos, que tiene en cuenta todo tipo de parámetros a la hora de elaborar la lista de peligros potenciales. Desde la ruta que realiza el contenedor, hasta la empresa que lo distribuye (recelan cuando son desconocidas o nuevas) o su contenido, nada queda al azar en la guerra fría que cada día se libra a pie de puerto . Las empresas que los cárteles de la droga eligen para introducir sus alijos también colaboran en esta lucha contra el tráfico internacional de drogas. «Ellas son las primeras en poner controles a sus contenedores. Es muy mala publicidad que se las relacione con incautaciones de cocaína y, además, supone la paralización y pérdida inmediata de la mercancía», aclaran desde la Guardia Civil.
Del puerto al escáner
Uno de los mecanismos del que unos y otros se valen para disuadir a los contrabandistas son los precintos que cierran cada vagón . Se trata de unos pequeños cilindros numerados cuyo cifrado se comprueba de manera minuciosa. Todo puede ser señal de desconfianza . También existen determinados productos a los que, por sus características —como la pasta de calamar— se les pasa un test de drogas directo. En caso de duda, los contenedores son remitidos al puerto de Vigo para que sean escaneados. La densidad de su carga revelará si el contenedor puede seguir su camino o si los buenos han ganado en esta ocasión el pulso a la imaginación.