GALICIA
«Llegué a Haití y había niños que no sabían ni cómo se llamaban»
El congreso «Lo que de verdad importa» da voz a cuatro relatos de superación

Los relatos vitales de Sara, Laura, Kenneth y Jesús enmudecieron ayer a los dos mil jóvenes que llenaron el Palexco coruñés. Sus historias personales, sus hazañas y sus retos —corazón del congreso «Lo que de verdad importa»— difieren en su origen, pero apuntan a una misma realidad: la calidad humana de los ponentes . En el caso de Sara, una profesora de infantil apasionada del deporte, todo cambió tras un accidente en el que perdió los pies. Y tras ese olor a asfalto y ese profundo ardor en las piernas, llegó un positivismo que la ayudó a afrontar uno de los momentos más dolorosos de su vida .
«Después de nueve meses en la cama, me coloqué las primeras prótesis. Al principio solo las aguantaba unos minutos, ahora las llevo hasta 20 horas », recuerda. Con la ayuda de estas prótesis, Sara volvió a caminar, a correr, y se convirtió en campeona paralímpica. «Antes del accidente era feliz solo aparentemente. Prefiero no tener pies y saber a dónde voy . Las cosas pasan por algo. El pasado no existe, ya no existe mi accidente» expuso la joven ante un público al que explicó sus horas más bajas, su lucha contra dos cánceres y lo importante que es «disfrutar de cada momento».
El mismo hilo de agradecimiento conectó la historia de superación de Sara con la de Laura, a la que un viaje a Haití giró por completo. En las calles de este país se encontró con niños esclavos «a los que violaban cada noche y que no recordaban ni a sus madres, ni su propio nombre» . «Y entonces decidí que no podía irme. Escribí una carta a mis padres y me quedé». Esa convicción la llevó a fundar un orfanato, que después de atravesar todo tipo de obstáculos, ofrece un hogar a niños sin familia ni futuro. Lucía conoció el cólera, el dengue, la hepatitis y «el hambre que hace doler el estómago» , pero convirtió Haití en su casa para demostrar que los niños de la calle existen aunque no tengan papeles.
«Ese día recé»
La misma sensación de «no ser nadie sin mi pasaporte» la tuvo Kenneth, un nigeriano que abandonó su país con 17 años en busca de una mejor vida y cayó en manos de las mafias de emigrantes . Hasta que tocó la costa española, Kenneth tardó varios años, mucho de este tiempo malviviendo en un bosque «donde te conviertes en animal». Su viaje a la Península lo hizo abordo de una patera en la que vio ahogarse al centenar de personas que navegaban en la embarcación de al lado. «Y recé» , afirmó ayer ante un público emocionado. Poco tiempo después de su llegada a España, entró en una iglesia y acabó convirtiéndose en sacerdote y capellán en un hospital.
Esta experiencia de superación fue suscrita por el actor Jesús Vidal, ganador del Goya a actor revelación con una ceguera prácticamente total casi desde su nacimiento. «Yo soy el centro de mi vida y tengo que convertir mi desventaja en un reto» asumió como mantra vital. Y finalizó, con un mensaje inequívoco lanzado al público: «Lo que de verdad importa es que nunca dejéis de perseguir vuestros sueños.