Alberto Varela - Crónicas Atlánticas

Juego de tronos

Muchos se subieron al barco de las Mareas, pero su aspiración es ir en solitario a los comicios

Hay problemas en el grupo parlamentario de En Marea y no lo digo yo, lo decía en el plenario que celebraron estos días Alexandra Fernández, una de sus diputadas nacionales. No se lo pudo reprochar en persona al flamante nuevo líder de Podemos en Galicia porque Antón Gómez-Reino no acudió a la cita, seguramente porque no quería escuchar lo que tenía que decirle su compañera en el Congreso: que las divergencias son cada vez más notables, que algunos representantes «teiman» en alejarse de las decisiones que se toman en Santiago y que curiosamente son los mismos que ejercen como interlocutores exclusivos con su matriz de Unidos Podemos. «Y no comparten información», añadía la propia Fernández.

La situación es clara. Se presentaron a las elecciones pidiendo el voto para un partido supuestamente gallego —competencia directa del BNG— y la realidad los ha situado como una simple delegación de Pablo Iglesias en provincias. Al final tenían razón los que pedían la disolución de las siglas de quienes querían formar parte del proyecto rupturista. Veían venir esto, pero no les hicieron caso.

Muchos se subieron al barco de las Mareas porque en su momento les convenía electoralmente, pero su aspiración es poder ir en solitario a los comicios y que desaparezcan los demás. Sólo esas intenciones pueden explicar la difícil convivencia que padecen. Cuestionan a sus líderes desde que son elegidos y gastan muchísima más energía en cavilar planes de destitución que en solucionar los problemas ciudadanos. Que alguien avise a los guionistas de Juego de Tronos, que tienen un filón de ideas en las Mareas para darle chispa a la temporada final.

De todos modos, y como en la serie estrella de HBO, aquí nadie es un santo. Los que se quejan de que Podemos o Izquierda Unida van a lo suyo pretenden perpetuar una situación en la que partidos minoritarios social y electoralmente se benefician de la buena fama en algunos ámbitos de Podemos. Se aprovechan de ellos, pero no los quieren en casa. Y Pablo Iglesias puede ser muchas cosas, pero de tonto no tiene un pelo.

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