Juan Soto - El garabato del torreón
¿Jueces contra la ley?
Un juez en excedencia no ha tenido reparo alguno en apoyar a los promotores del referéndum ilegal
De los efectos y consecuencias del populismo aplicado a la administración de justicia, los españoles sabemos bastante . La sustitución del Derecho por la purga, de los jueces profesionales por los jueces «notoriamente afectos al Régimen» (tengo a la vista el decreto del 21 de julio de 1936) y del procedimiento judicial por las sacas, arroja un balance demasiado siniestro, que consta en archivos, centenares de libros de historia, multitud de tesis doctorales y, también, en la memoria de miles de familias españolas.
Pues bien, un magistrado en excedencia, que se postula para presidente de la Xunta por En Marea (bien que con nulas posibilidades de éxito, habida cuenta de que muchos de los suyos ya han anunciado que no lo votarán), no ha tenido reparo alguno en apoyar, jalear y pelotear, de manera explícita, a los promotores del referéndum catalán, declarado ilegal por el Tribunal Constitucional. Su coincidencia (sólo testimonial y de criterio, conste) con Otegi, el carnicero de Elgóibar, invita a ciertas reflexiones acerca de los pelajes y cataduras que singularizan a muchos de los actuales protagonistas de la política gallega, más partidarios, por lo visto, de los procedimientos golpistas que de los democráticos.
Insistimos, para consuelo del lector: la fuerte oposición que en su propia organización padece el excedente, así como el hartazgo que la experiencia municipal de En Marea ha producido entre los ciudadanos que sufren a sus alcaldes, hace imposible, por fortuna, que el postulante llegue a alcanzar algún día sus pretensiones. Menos mal.
A mediados del siglo pasado el jurista florentino Piero Calamandrei escribió un clásico del Derecho, «Elogio de los jueces» , que cualquier magistrado medianamente informado conoce por arriba y por abajo. No se encomia en él a todos los jueces, naturalmente, sino a aquellos que el autor califica de «ascetas civiles», es decir, los magistrados que son «capaces de permanecer con dignidad y discreción en su puesto aún en tiempos de cataclismo general». Tome nota el muchacho.