Juan Soto - El garabato del torreón

Vecinos y sin embargo aislados

El país ha quedado parcelado en taifas administrativas sin consideración alguna al sentido común

De vez en cuando, a los gobernantes españoles les sale la vena del cantonalismo pringoso y cartagenero, más propio de Arniches que de Pi y Margall. Ahora, con lo del coronavirus y los tramos de desescalada asimétrica , el país ha quedado parcelado en taifas administrativas, sin consideración alguna al sentido común, ni al dato objetivo ni a los hechos probados, como diría ese ministro que fue mandadero de un procurador de los Tribunales y se pone en el curriculum «especialista en Derecho Penal y Civil». ¡Y ahí lo tenemos con despacho, subsecretario, cartera y billetera!

A la observancia de esa ley de marcos y minifundios está condenada, por ejemplo, la villa de Ribadeo, capital de facto de la comarca que se extiende por el occidente asturiano hasta A Mariña oriental. Y así, un lugués de Quiroga puede desplazarse a Ribadeo, con 200 kilómetros por medio, pero ese derecho de ida y vuelta le está vedado a un asturiano de Figueras de Castropol (As Figueiras, decimos en eonaviego), localidad (con biblioteca dedicada a don Miguel García Teijeiro, conviene que conste el dato) distante nada menos que seiscientos metros, que tal es la longitud del Puente de los Santos.

El alcalde de Ribadeo, cuya fe nacionalista no le impide discurrir sin alborotos, se ha tomado la licencia de pedir («con cabeza y corazón», dice el bueno del hombre) una pequeña dosis de sentido común para resolver un asunto que parece de risa, pero no tiene ninguna gracia. A ver si le hacen caso. Para la hostelería, el comercio y en general los servicios de Ribadeo el perjuicio que les ocasiona la aplicación de este rigorismo autonómico es enorme . Y lo dicho vale también para Castropol, para Vegadeo, para Tapia de Casariego y para todo el occidente asturiano hasta Navia de Campoamor.

Quién sabe si esta pandemia inmisericorde acaba por reportar algún beneficio político-administrativo. Tal vez haya llegado el momento de someter a revisión no sólo la apolillada división territorial de don Javier de Burgos, sino también la vertebración autonómica de 1981 . No estaría mal que le diésemos una pensada a la cosa.

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