Juan Soto - El garabato del torreón
Riesgos de la barra libre
Confundir un tramo de desescalada con un desmadre de barra libre es suicida para unos y homicida para otros
Entre los dogmas que impone la corrección política figura, como es sabido, aquel que proporciona a los jóvenes, por el mero hecho de serlo, un blindaje que los convierte en intocables . Las efebocracias obligan a mirar para otro lado ante cualquier salida desmadrada o simplemente caprichosa de la alegre muchachada, no se vaya a molestar esa generación en cuyas manos está el futuro del país, Dios nos pille confesados.
Así las cosas, nada más abrirse los corrales, las terrazas hosteleras de Galicia –expandidas, por cierto, sin consideración a los espacios públicos– se vieron invadidas por jóvenes consumidores , dispuestos a desafiar primero al coronavirus, después a la salud del prójimo (la propia es cosa de cada cual) y finalmente a las normas para la desescalada, las cuales, por lo visto, no son de obligado cumplimiento, lo cual quiere decir que su transgresión no es amonestable ni mucho menos sancionable.
Todos hemos sido testigos directos y hemos visto fotografías y vídeos: las terrazas de lo que Fole llamaría «el corazón báquico» de las ciudades gallegas estuvieron estos días a reventar; más o menos, como un sábado de fiesta mayor, de los de «recebo y abarrote», como decía aquel amigote de Camba que medía sus trasiegos etílicos por hectáreas de cepas.
El arriba firmante es, desde hace muchos años, hombre curtido en esa escuela de civilidad democrática que son las tabernas, los bares y sus afines. O sea, que en la materia no somos sospechosos de puritanismo calvinista. En Galicia, compartir una caña de cerveza o un vaso de vino es hacer profesión de cordialidad y pacífica convivencia. Pero la salud de todos, la propia y la ajena, la nuestra y la de los demás, nos sigue pareciendo un asunto bastante serio, acerca del cual no procede andarse con bromas ni bajar la guardia .
Esta pandemia, que ya se ha cobrado demasiadas vidas, quizá empiece a replegarse pero no está ni controlada, ni mucho menos vencida. Confundir un tramo de desescalada con un desmadre de barra libre es suicida para unos y homicida para otros. Si los encargados de hacer que se cumplan las disposiciones sanitarias hacen la vista gorda, habrá que dar la razón a quienes consideran a los agentes de la autoridad –local, autonómica, nacional– meros sancionadores de infracciones por mal aparcamiento. De ser así, sobra la mitad de la plantilla.