Juan Soto - El garabato del torreón

Pausas del Año Santo

Que se alargue por otros doce meses no es una novedad absoluta, hay precedentes

El domingo próximo estará el Rey en Compostela para presentar la ofrenda al Apóstol «patrón de las Españas». Así, «de las Españas», dice la letra de su himno, escrita por don Juan Barcia Caballero, médico, escritor de no muy alto vuelo e integrante de la cuerda regionalista, como Brañas, Cabeza de León, el propio Murguía y otros epígonos de aquel puñado de ingenuos que aprobó en Lugo -corría julio de 1887- un ‘ Proyecto de Constitución para el futuro Estado Gallego ’. En más de un periódico leí estos días que es novedad y hecho insólito esto de que el Año Santo Compostelano («da gran perdonanza», diría don Ramón de Trasalba, y Xacobeo dice Feijóo) se alargue por otros doce meses. Novedad absoluta no lo es. Hay precedentes.

El Año Santo de 1937 se prorrogó a 1938 , atendiendo no a razón pandémica sino a sinrazón artillera : caían chuzos de punta en Brunete. En cualquier periódico de la época hay noticia. Y no fue ese, al parecer, el único reajuste determinado por las circunstancias. El Año Santo de 1886, que era reglamentario y de tabla, estuvo precedido por otro extraordinario, el de 1885 , concedido por el papa León XIII para celebrar, mediante jubileo con indulgencia plenaria, la confirmación del Decreto de la Sacra Congregación de Ritos declarando la autenticidad de los huesos hallados en las excavaciones llevadas a cabo en la actual cripta de la catedral: pertenecían verdaderamente a Santiago el Mayor. Tendría que pasar casi un siglo (y que me perdone el recordado profesor Carro Otero) para que se abriese el portón de la polémica: ¿Y si las reliquias no perteneciesen al Apóstol sino a Prisciliano? Con argumentos a favor tan discutibles y tan respetables como los argumentos en contra, hay quien se inclina por la baza del heresiarca. No es nuestro caso. Y, de cualquier modo, reconozcamos que Compostela («cincelar en piedra viva lo que antes fue piedra muerta», dijo Dionisio Gamallo) es mucho misterio para dejarlo exclusivamente en manos de arqueólogos y a expensas del carbono 14.

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