Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN
Otro año sin San Froilán
La supresión de las barracas y el pulpo responde a las medidas sanitarias
Por segundo año consecutivo no habrá San Froilán. Las fiestas patronales lucenses son, con As San Lucas mindonienses, son las más antiguas de Galicia. Antes que fiestas fueron feria, ya en los albores del XVII, cuando la majestad de Felipe III. Y la fiesta convivió con la feria, aunque decaída, hasta hace pocos años, cuando todavía eran de ver el trato del ganado y el comercio de estrobos y aguilladas.
El San Froilán lo hacen ahora las barracas y el pulpo, porque también ha desaparecido la pólvora , que fue otra baza fuerte para la convocatoria y que ha sido sustituida por una horterez en colorines que llaman «espectáculo multimedia». Hay que decir, en honor a la verdad, que la supresión de las barracas y las casetas no responde a la arbitrariedad de los ramistas municipales sino al imperativo de las vigentes medidas sanitarias . Y cualquier persona con dos dedos de frente convendrá en que la salud de todos está por encima del interés particular, por razonable éste que pueda ser.
El acta de separación de bienes pactada en la coyunda que se reparte el gobierno municipal de Lugo otorga al BNG el negociado de fiestas, que es como si la Secretaría Xeral da Muller le fuese encargada a Jack el Destripador. El San Froilán de Lugo es, como todas las fiestas, una convocatoria para la diversión y la alegría. Convertir unas fiestas mayores en un pretexto para el proselitismo partidista y la captación de incautos debería estar prohibido por las ordenanzas municipales. No es así, al menos en esta circunscripción. Y uno hubiera preferido un San Froilán entre paréntesis y a palo seco, en espera de que amaine el temporal pandémico, a un San Froilán con la matraca sectaria y dogmatizante de «os nosos». Una matraca, por lo demás, bastante plomiza.
En cualquier caso, el San Froilán aguanta lo que le echen. Y nadie dude que ha de volver a ser la gran fiesta que siempre fue: «troula, foguetes e pulpo para tirar o bandullo de mal ano», como corresponde a esta «sosegada, leal y noble tribu», que dijo El Inevitable.