Oposición y reglamentos

Parece ser que el señor presidente de la Diputación de Lugo está dispuesto a meter en cintura cronométrica a los portavoces de los grupos políticos, hasta ahora acostumbrados a la condescendencia (a veces un poco excesiva) del todo vale, incluidos insultos de grueso calibre, blasfemias y coces a herradura alzada.

El señor Tomé —que tal es el patronímico del cabezade la corporación provincial— es un ugetista bastante curtido en la gresca sindical, pericia que en tierras de Lemos (de cuya capital es alcalde el antedicho) alumbró episodios un tanto controvertidos, ya desde los lejanos tiempos ferroviarios de don Juan Tizón.

Con ello queremos significar que mucho nos tememos que no va a ser fácil hincarle el diente al señor Tomé , al menos por ese camino y si la oposición —ya un poco oxidada por la humedad— persiste en el empeño de quemar pólvora en salvas y en confundir los higos con las brevas.

A estas alturas, salir con la murga de que limitar el tiempo de intervención a la señora portavoz del PP o negarle el turno de réplica constituye una actitud «incluso machista» no parece estrategia excesivamente fructífera.

Esa cantinela, tan tópica como quejumbrosa, ya no cuela ni siquiera en los foros donde la vieja guardia femenina del PP se resiste a abandonar usos y costumbres que asentó aquel inolvidable tingladillo que se llamó «Mujeres al servicio de España» y que tantos éxitos deparó a las interesadas a la hora de encontrar acomodo en ciertas áreas laborales.

Nos guste o no nos guste, lo cierto es que desde entonces el país ha dado bastantes pasos hacia delante. En las instituciones públicas hay reglamentos, tiempos establecidos, normas obligatorias, mayorías de gobierno y minorías de oposición . Es así de duro, pero es así.

Y además, da la impresión de que la provincia de Lugo está necesitada de menos política gestual y más política factual.