Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN

Memoria de peregrinos

Aplazar un año el Xacobeo de 2021 vendría a ser como si el Viernes Santo se trasladase al 15 de agosto o el día de Navidad al San Roque

Juan Soto

No me gustan las predicciones a largo plazo, pero me temo que la Covid llegue a tragarse también el Xacobeo, la convocatoria turística-religiosa que inventaron, cada uno a su estilo y en su tiempo, Alfonso el Casto, el cardenal Payá y Fraga. No conviene confundir Xacobeo, que es una marca registrada, con peregrinación, la peregrinatio de los días medievales, sino más bien identificarlo con Año Santo, cita con almanaque propio desde el siglo XV y que don Ramón de Trasalba prefería llamar año «da gran perdonanza».

Al parecer, la autoridad civil, o sea, la Xunta, le da vueltas a la posibilidad, si la cosa se pone fea, de aplazar un año el Xacobeo de 2021, lo cual vendría a ser como si el Viernes Santo se trasladase al 15 de agosto o el día de Navidad al San Roque. Pero, en fin, que conselleiros, hosteleros y canónigos resuelvan como mejor convenga. Y que el Apóstol los ilumine.

Todo lo dicho viene porque una inteligente y querida amiga, de rarísimas erudiciones, me cuenta su decepción por no poder cumplir la intención de dedicar su vacación veraniega a hacer la ruta de Margery Kempe, una señora alemana, madre de catorce hijos, esposa bastante peculiar, andariega a Compostela en 1417 y siempre mujer más bien extravagante, un tanto visionaria y no muy fácil de llevar. Están recogidas las impresiones de la ocasional peregrina en sus muchos apuntes autobiográficos y es extraño que a nuestras feministas no se les haya ocurrido, que yo sepa, organizar una marcha siguiendo los pasos de la señora Kempe por la Galicia de aquel tiempo.

Los apuntes compostelanos de «frau Kempe» son poco conocidos. Se amontonan en la enorme bibliografía jacobita aportada por viajeros curiosos y peregrinos devotos, y que nosotros, los gallegos, ignoramos en gran parte porque nadie, ni Xunta, ni diputaciones, ni ayuntamientos, ni editoriales, se ha preocupado de dar a conocer.

Hace más de veinte años -ciclo fraguiano- la Xunta encargó, no recuerdo a quién, la traducción de la perenigratio compostelana de Christoph Gunziger, un austriaco que, mediado el XVIII, le tomó gustó a caminar por Galicia, y luego de cumplir con la postración ante el Apóstol siguió viaje por la costa cantábrica. A los lugueses nos toca muy de cerca. Está allí contado el milagro de O Cebreiro. «Yo he contemplado minuciosamente este milagro a mucha proximidad», dice Gunziger. Y así lo da por cierto. Pero lo que a servidor más importa de la crónica del austríaco es su paso por «la ciudad de Ribadeo». Por el apunte nos enteramos de que ya entonces (corre agosto de 1654: había transcurrido más de un siglo desde el incendio y las llamas sofocadas por santa Clara de Asís) ya eran reposteras las monjas del antiguo convento, con muy buena mano, al parecer, para el bizcocho. Hay una guía gastronómica del Camino de Santiago que da noticia de estas cosas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación