Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN
Feijóo, el omnipresente
Seguirá ganando elecciones, la oposición se ocupará de que así ocurra
Hubo un ciclo de mayorías categóricas y minorías anecdóticas en el que, a criterio de la exigua oposición, todo lo bueno que sucedía en Lugo era producto de la misericordia de Dios y todo lo malo era achacable a Cacharro Pardo. Fue aquella una época ... gloriosa. Si ardían los montes en agosto, si se desbordaba el Miño por Terra Chá, si descendía el Breogán, si perdía el CD Lugo en Albacete, si llegaba con retraso el Alsa, si caía un cubo de la muralla, si en la lonja de Burela bajaba el bonito, si la cosecha de Amandi salía floja… Cacharro tenía intervención determinante en cualquier acontecer, desde las nieblas en O Fiouco al fracaso de Lucía Pérez en Eurovisión; desde la peatonalización de las calles hasta la designación de mitras para las dos sedes episcopales luguesas. El poder, ya se sabe, crea un 50 por ciento de enemigos y otro 50 de resentidos. A la fecha, Cacharro no tiene en Lugo calle con su nombre. Lógico: es el turno de la venganza. A moro muerto, gran lanzada. Ahora estamos en la hora de Feijóo, otro acostumbrado a ganar elecciones por mayoría absoluta. Eso no se perdona fácilmente. Ya está en Madrid, como pedía, a voz en cuello, la histérica oposición en el Pazo do Hórreo, acojonada ante la posibilidad de un trasacordo feijooniano, es decir, de otros 12 años sin rascar bola.
Se ha ido, sí, pero resulta que no. «Me voy, me voy, me voy, pero me quedo», como en el poema de Miguel Hernández. No es que Feijóo se haya quedado en Santiago, no. Lo que sucede es que Feijóo va a seguir ganando elecciones. Antes, las ganaba porque la oposición no daba para más. Ahora las volverá a ganar porque la oposición va a ocuparse de que así ocurra. En efecto, PSOE y BNG vislumbran la posibilidad, si bien remota, de sumar, cuando toque, los 38 votos exigibles para la mayoría absoluta. Pero saben que la presidencia de la Xunta y el cuchillo del bacalao caerá en manos de quien aporte más diputados al pacto. Resultará divertido asistir a la lucha a garrotazos entre los ahora coleguitas de oposición. Será entonces cuando Feijóo levante el teléfono de su despacho en Génova, 13 y le diga a Rueda: «Xa cho anunciei Alfonso: mátanse entre eles».
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