Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN

Los fanáticos doblan

La intransigencia contra Carballo (Calero) no estuvo determinada por su opción lingüística: fue una sanción contra su memoria

La esclerotizada RAG acaba de cargarse la única tradición que justificaba su captación de subvenciones. En efecto, por consenso entre partes (autonomistas, reintegracionistas y lusistas), el próximo Día las Letras Galegas estará dedicado a Ricardo Carballo (ahora Carvalho) Calero, el sabio profesor ante quien algunos de sus discípulos más indignos alzaron un muro de repulsa, no se sabe si movidos por el empuje parricida de Edipo o, simplemente, por mera estupidez, atributo categórico entre la peña de la calle Tabernas. Una vez puesta a salvo la gloriosa iniciativa de Murguía, los ciclos de desprestigio por los que transitó el invento han sido incesantes, sin que a estas alturas se haya despejado la duda de si se trata de procesos accidentales o deliberados. El acuerdo de elevar a Franco al rango de Académico de Honor todavía escandaliza a la juventud candorosa, quizá porque no se cae en la cuenta de que también la corporación acogió entre los suyos a Eijo Garay, «el obispo azul». Eijo estaba avalado por cargo y mérito. Cargo: consejero nacional de Falange. Mérito: promotor de la escandalosa prerrogativa de que Franco pudiese acudir bajo palio a los actos religiosos.

En 1963 cuajó la propuesta del Día das Letras Galegas , que hoy sobrevive pese a estar prácticamente agotada la reserva de figuras mayúsculas. Con todo, no es esa consunción el mal mayor, sino el sectarismo, la censura, la intolerancia y los vetos absurdos que orientan las dos únicas actividades que para la gente del común son razón de ser de la institución: el alistamiento de numerarios y la elección del protagonista del 17 de mayo .

Que nadie se llame a engaño. La intransigencia contra Carballo no estuvo determinada por su opción lingüística: fue una sanción contra su memoria, es decir, con la deliberada intención (política, por supuesto) de suprimir su huella intelectual y personal. Encarcelado, con pena de muerte conmutada e inhabilitado durante casi 30 años para el ejercicio de la función pública, a Carballo le debe Galicia una obra que abarca todos los géneros. Pero bastarían la «Gramática elemental del gallego común» y la «Historia de la literatura galega contemporánea» (mil páginas de apabullantes conocimientos) para calibrar el grado de iniquidad que la RAG aplicó a un intelectual que en cualquier sociedad menos mostrenca sería aceptado sin reservas, respetado y admirado por todos. Una honra para el país y no un pretexto para fanáticos.

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