Juan Soto - El garabato del torreón
Se despeja el panorama
Núñez Feijóo y Ana Pontón fueron los únicos que entendieron que los gallegos somos gente adulta
Todavía no he logrado aprender los varios nombres con que las franquicias de Podemos en Galicia concurrieron a la cita electoral. Pero sé, por lo que fui leyendo los días de campaña, que sus candidatos pidieron a los gallegos que votaran pensando en lo mejor para Galicia. Y los gallegos les hicieron caso: los echaron a escobazos.
Galicia es un país muy sabio, muy acostumbrado a capear temporales , muy amigo de las cuentas claras y con muy buen ojo para distinguir entre una cuenta a plazo fijo y un sablazo. Aquí es muy difícil que un vendedor de crecepelos se haga rico, y la última vez que puso mesa un trilero en la feria de Monterroso tuvo que intervenir la Guardia Civil no para detenerlo sino para que no le saltaran las muelas.
Bien, pues esas cosas y algunas más hay que traerlas sabidas cuando se aterriza en Galicia a la caza de escaños. Pretender que te voten los gallegos cuando resulta que quienes te apadrinan desde Madrid son el badulaque robatarjetas y la ministra Díaz , que asiste al cataclismo de Alcoa como quien asiste a un desfile de trajes de baño, es lo mismo, poco más o menos, que intentar ocupar plaza en el Pazo do Hórreo volcando el cubo de la basura sobre Castelao, que es lo que hizo el pollo Ortega, paradigma no de fachoso sino de tontaina, que tiene peor remedio.
Mientras unos cabalgaban sobre utopías (algunas bastante sobadas, por cierto) o repartían raciones de estiércol, otros se limitaron a caminar con los pies en el suelo. Cada uno a su paso, sin conservantes ni colorantes, Núñez Feijoo y Ana Pontón fueron los únicos que entendieron la obviedad de que los gallegos hace siglos que somos gente adulta .
En Galicia, para colar género averiado hay que ser algo más que un matutero y mucho más que un estraperlista. Y el que no lo sepa, que lo vaya aprendiendo, que todavía está a tiempo.