José Luis Jiménez - La crónica

Silencio y olvido por los servicios prestados

Sánchez no perdonó a Caballero que se convirtiera en un 'outsider' en la primera jornada del congreso

Caballero y Martín Seco, de pie llamando la atención de la mesa del congreso, el martes Miguel Muñiz

Cuatro años, cuatro, como secretario general y glosador oficial en Galicia de la vida y obra de Pedro Sánchez. A las duras y a las maduras. Cuatro años alfombrado al presidente del Gobierno se pasó Gonzalo Caballero mientras lideró el PSdeG, y cuando Sánchez llega al congreso en el que se materializa su relevo no le dedica ni un mal 'gracias', ni un pobre 'hasta pronto', ni siquiera una propina de 'buen trabajo'. Los servicios prestados se recompensaron con el silencio, la cruel indiferencia. Porque Sánchez no perdona, ni siquiera a los aduladores.

No perdona que el secretario general saliente se empecinara en acudir a unas primarias en Galicia cuando daba por amortizado su tiempo al frente del partido. No perdona que tensase la vida interna con acusaciones de «baronías rancias» y demás argumentos estrafalarios. No perdona el mal perder de negarse a reconocer al vencedor en la noche electoral y negarle un apretón de manos. Y, por supuesto, no perdona que en la jornada inaugural del congreso se comportara como un 'outsider', interrumpiendo el orden del día y denunciando supuestas vulneraciones de reglamento. Y con Santos Cerdán, secretario de organización del PSOE, en primera fila.

Nada de eso ha pasado desapercibido en Ferraz y Moncloa, que han convertido el congreso del PSdeG en un borrón y cuenta nueva, una tachadura sobre la etapa anterior, esa que Caballero se pasó insistiendo a todo aquel que le preguntaba que Pedro Sánchez lo apoyaba muchísimo y valoraba su trabajo. Tanto lo hacía que este miércoles no ha encontrado un hueco en su discurso para agradecérselo. No es casualidad. Ni siquiera levantó el teléfono. «No, Pedro Sánchez no me ha llamado», ha reconocido Caballero a preguntas de los periodistas.

Tras cuatro años, la foto que quedará en el imaginario de muchos socialistas gallegos es la de Gonzalo Caballero, con la mascarilla bajada, rodeado de algunos afines bastante exaltados —véase el diputado autonómico Martín Seco— llamando la atención de Xosé Sánchez Bugallo para que le diese un turno de palabra. Y acto seguido, llamando a la prensa para despotricar contra el futuro secretario de organización del PSdeG, José Manuel Lage, al que ha acusado de creer que el partido «es su juguete». Una foto que tendría su gracia si su protagonista fuera aquel Gonzalo de sus tiempos de trinchera en Vigo, pero impropias de alguien que ocupó la secretaría general del socialismo gallego.

Un notable del partido reconocía que «cuando llevas dentro al partido, ser secretario general es el mayor honor que puedes tener». El puesto exige unas mínimas dignidades. Gonzalo Caballero pasó por el cargo, pero el puesto no pasó por él. Casi como el chiste de la rana y el alacrán, cuando este acaba picando al anfibio que le ayuda a cruzar el río porque picar está en su naturaleza. Quizás este sea el Caballero auténtico y no el que se vio estos cuatro años.

El problema ya no lo tiene él, que pasa a un ostracismo creciente dentro del partido y, especialmente, el grupo parlamentario. Ahora va a ser una cuestión compartida entre la dirección de González Formoso y los 'gonzalistas' que puedan ir quedando, dado que otros están cambiando de chaqueta tras la 'performance' de su líder en el congreso. La lista del comité nacional ya muestra a algunos conversos exprés.

A Formoso y su gente le toca la misión de intentar seducir a los 'gonzalistas' renuentes al cambio para que abandonen toda esperanza de regreso del sobrinísimo y abracen la nueva realidad, comprometiéndose con el nuevo secretario general. Y a estos, reflexionar si les conviene mantener la tensión interna en previsión de no se sabe bien qué escenario —¿un remoto regreso de Caballero como candidato a autonómicas? ¿en serio?— o sumarse al proyecto naciente siquiera por interés propio: aquel que no arrime el hombro tendrá los días contados como diputado. La Xunta está muy lejos para este PSdeG, pero cuestión distinta es recuperar el liderazgo de la oposición que el BNG ostenta hoy de manera plácida.

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