José Luis Jiménez - ANÁLISIS
Para qué sirvió el debate a medianoche de los aspirantes a liderar el PSdeG
El duelo dialéctico entre Caballero y Formoso no debió mover un voto, porque tanto los mensajes como los reproches son los que están sobradamente manoseados a lo largo de esta campaña
Pasadas las doce y media de la noche, Gonzalo Caballero y Valentín González Formoso ponían punto y final al único debate que se va a celebrar en este proceso de primarias para elegir, este próximo sábado, al secretario xeral del PSdeG-PSOE. Tras hora y media de cháchara, la partida de cartas sigue como estaba, más o menos, porque los contendientes apenas enseñaron sus jugadas más allá de algún reproche de baja intensidad, otros de un infantilismo feroz. Un debate que no se tomaron en serio ni el partido ni los propios candidatos , porque de otro modo no se interpreta que se hubiera celebrado a partir de las once de la noche, hora propia de un late-night televisivo y no de un espacio que debiera valer para el intercambio de ideas.
La partida no se altera del punto en el que estaba porque no aparecieron argumentos novedosos, estos son, razones que articulen un proyecto político más allá de lo ya escuchado. Caballero sostiene que merece la confianza del afiliado porque no se puede cambiar de entrenador cada temporada y hay que darle continuidad, como sucedió con Emilio Pérez Touriño y Pedro Sánchez, triunfadores a la segunda y la tercera, respectivamente. Formoso replica que el problema no es el partido sino él como secretario general , porque el PSOE ya gana en europeas y generales pero se estanca en las autonómicas, con un candidato escasamente valorado.
Luego, sobredosis de golpes de pecho a ver quién era más sanchista de los dos —esto Caballero lo lleva mejor ensayado— y alguno de los momentos más chuscos, por pueriles, del debate. Caballero reprochó a Formoso que no fuera al mitin central de unas generales en 2019 en La Coruña a aplaudir a Pedro Sánchez , una suerte de desdoro imperdonable para un socialista de bien. El regidor de As Pontes le recordó que su ausencia la había comunicado a Sánchez previamente, porque en su concello tenía encerrado a un comité de transportistas, víctimas recurrentes de los vaivenes de las políticas energéticas del Gobierno actual. «Y se te ve poco por el comité federal y las executivas nacionales», siguió en el turno de reproches Caballero. El alcalde de Vigo es ausencia habitual de las reuniones de la dirección gallega del partido, pero ese aspecto su sobrino decidió omitirlo. Como cuando olvidó recordar sus tiempos de trinchera y conspiración contra su tío y Carmela Silva en la agrupación viguesa en su alegato a favor de la lealtad interna. Ay, si los papeles de la cuñada hablaran...
Capítulo políticas progresistas. Todos a favor, porque no hay quien ponga una tacha a ese faro que es Pedro Sánchez y «los compañeros de Madrid». Aquí, no obstante, Formoso deslizó sutilmente un dardo: hay que anteponer Galicia al partido . En román paladino, un poco menos de sucursalismo y complejo de alfombra. Lo que en Caballero es defensa a ultranza (y más allá) de cuanto planifica y presenta el Gobierno, en Formoso es también reivindicación de su gestión en la Diputación herculina. Conjugen «protección social» en todos los tiempos verbales posibles.
Caballero entonó varias veces un reproche a la teórica gestión de Formoso en las últimas elecciones autonómicas. «Si en La Coruña hubiese el mismo comportamiento que en Pontevedra y Orense, hoy presidiríamos la Xunta» . El dato es falso, porque en las tres provincias en que Formoso no es secretario provincial el PSOE quedó por detrás del BNG, y ni siquiera aguantando los escaños perdidos en La Coruña se habría doblegado la mayoría absoluta del PP de Feijóo. Pero no pidas datos ciertos en un debate cuando se puede lanzar un eslogan juguetón para los trolls de las redes. Y otra censura más de Caballero a su rival: que se reunió con Feijóo en vísperas de una campaña electoral y eso debilita al PSOE. «Nos quiere dar el abrazo del oso. por eso yo no me reúno con él» , declaraciones propias de un estadista de consenso. «Abrazo del oso es permitir que el Gobierno del PP siga con mayoría absoluta en Galicia», le estaba esperando Formoso.
Más golpes de pecho, más lealtad a la causa socialista con sonrisas impostadas que no esconden dos proyectos que deben de diferenciarse en las formas, porque en el fondo son el viejo PSOE de siempre, cainita y navajero , que en la mañana del debate inunda La Coruña de pasquines contra el número dos de Formoso, José Manuel Lage, sin importarle el daño que se le pueda hacer al gobierno local de Inés Rey. «Un voto en rebeldía», reclamó un Caballero que, a pesar de presidir el aparato sigue presentándose como outsider del mismo; un partido «capaz de ganar elecciones» y que «se identifique con Galicia», demandó Formoso.
El sábado, el afiliado dirá qué le parece este circo.